viernes, 15 de mayo de 2009

DESDE CUBA,

EL BARRIO CHINO EN LA HABANA
ARTÍCULO DE: Diana Valer

EL BARRIO CHINO EN LA HABANA

Los primeros chinos que se radicaron en La Habana, en 1858, fueron Chang Leng, con una pequeña fonda, y Lam Siu Yi con su puesto de frutas y hortalizas en la actual calzada de Zanja. Algunos antiguos culíes, mediante sus propios esfuerzos habían aprendido oficios diversos de servicio a la población. En aquel tiempo ninguna otra zona del centro capitalino ofrecía mejores condiciones que la llamada Zanja Real concebida a partir de 1550, por donde se conducía el agua potable a la población, según datos de Baldomero Álvarez Ríos.

En esta zona estaba instalado un paradero de trenes que transportaba pasajeros hasta el Hipódromo de Marianao. Con estas posibilidades, el Barrio Chino siguió su imperturbable crecimiento y extensión en varias direcciones. A principios del siglo XX ya residían en esta zona diez manzanas con unos diez mil chinos, una cifra respetable, casi un pueblo. El área inicial cubría Galiano (Advenida de Italia) hasta Lealtad. Y desde Reina (Ave. Bolívar), hasta Belascoaín (Padre Varela). Si el corazón del Barrio Chino fue la calle Zanja, puede estimarse que Dragones es la más típicamente china donde radicaban y radican la mayor parte de las sociedades. En el Barrio Chino comenzaron a pulular pequeños establecimientos comerciales que abarcaban desde fondas, lavanderías, reparadores de zapatos, relojes y demás. Bodegas para venta de víveres al detalle, venta de aves y pescados secos, farmacias con productos exclusivos importados de la rica y milenaria medicina tradicional china, cederías, tiendas, restaurantes, hasta periódicos, programas de radio, teatros para representaciones operísticas asiáticas. Y muchas sociedades de instrucción y recreo, algunas de esas sociedades eran las propias casas de los chinos. En la primera década de los años sesenta del siglo XIX se inició una oleada de chinos residentes en amplias comarcas del Estado de California, en la zona del Pacifico de los EE.UU. a donde habían llegado desde antes, durante lo que se dio en llamar la “fiebre del oro”. Los móviles de estos disturbios fueron disturbios y motines violentos por conflictos laborales; esto aconteció entre 1865 y 1875, aunque el flujo nunca se detuvo. “Para completar el cuadro de las ciudades dentro de la ciudad, hay que decir que el Barrio Chino –escribe Alejo Carpentier-, a partir de la época denominada Danza de los Millones. El Barrio Chino tomó una importancia enorme: se llenó de mercaderes sumamente ricos.
Ahí se celebraban las Fiestas del Dragón, y el teatro que fue el Shangai uno de los teatros chinos más extraordinarios de América Latina, comparable únicamente a los de San Francisco. En este barrio se encontraban farmacias con unas medicinas raras, mágicas para el dolor de cabeza. Muchos chinos llegaron a hacerse tan ricos que contrataban las compañías más famosas de Cantón y Shangai y San Francisco”. La cantidad de chinos que emigraron en esta época es desconocida, posiblemente unas diez mil, muchos de ellos era una generación que disponía de recursos económicos. Llegaron través de México y Nueva Orleáns y se instalaron en casas de clientes adinerados, propiedad de tres banqueros: Lam Ton, Youi Shan y Lay Weng. En marzo de 1870 abrieron el primer establecimiento de venta de artículos importados de Asia en un local en Sol y Villegas en lo que hoy es La Habana Vieja. Años más tarde, en 1874, se inaugura con otro comercio de categoría, en el barrio Chino. El restaurante Con Sang Tong al costo de cincuenta mil pesos, cifra respetable en aquellos tiempos. Este chino trajo con él un recetario más dirigido a los paladares de los cubanos, amantes de salsas, condimentos y especias. Surgieron así las celebres comidas chinas, principalmente el shop Shell con vegetales y carnes y, finalmente el famosísimo arroz frito, quizás uno de las pocas comidas inventadas en Cuba: arroz que se fríe en un sartén con recortes de carnes ya cocidas, frijolito, cebollino, salsa de soya china. Y para acompañar sus respectivas maripositas. Entonces comenzaron a proliferar fonditas sin mucha pompa, pero con toda autenticidad y aceptación (como fue el caso de La Bodeguita del Medio). Fundaron los chinos el Pullman, La Muralla, Daytona, Cantón, todos ellos hacían competencia fuerte a los mejores menú elaborados en suntuosos restaurantes. En la Plaza del Vapor se comía una sota china y un arroz frito muy barato al alcance de todos, en sus inicios con solamente diez centavos se consumía un arroz frito espectacular. Coronando el Barrio Chino se encuentra en la calle Rayo y san Nicolás (en el Cuchillo Chino), el más famoso restaurante, El Pacífico, fundado por los hermanos Font, en la década de 1920 con cuatro pisos (después en 1940 se le adiciona el quinto piso). Este restaurante lleva capítulo aparte.
Es como el templo máximo del Barrio Chino, la Capilla Sixtina de la comida asiática: carnes ahumadas, pescados en salsa, palomitas fritas, sopa de crema de maíz, manjúas fritas, cundiamores chinos, aletas de tiburón, cilantro, acelgas y salsa de ostiones (lo más grande del mundo). Armando Chang (Cuang Shu King) contaba que en 1943, en la Calzada de Zanja radicaba la farmacia china con una variedad de medicinas chinas importadas desde el lejano Oriente: jarabes, antídotos para dolores, para fiebre, problemas estomacales, tónico genital, caballito de mar y hasta huevos de tigre. Para dar el toque mágico estaba el sincretismo religioso de San Fang Kong (Santa Bárbara y Changó). Este personaje de San Fang Kong era un personaje histórico con rango de general, en el siglo III de nuestra era. Fue decapitado, en una emboscada. Se le hizo un templo en el sitio de la tragedia. Entonces comenzó la leyenda que lo fue haciendo santo. Su nombre verdadero fue Cuan Kung, hasta que se fue descomponiendo el nombre en San Fang Kong. Los teatros, la música y la danza china también llevan capítulo aparte. Todavía se mantienen muchas de las artes chinas que se rescatan cada día. El Barrio Chino vive, se desarrolla, es uno de los sitios más concurridos por los turistas y visitantes a La Habana. En su gran momento fue el Barrio Chino más importante de América Latina.

Hasta el próximo artículo, que sean inmensamente felices, y que disfruten de todo el tiempo maravilloso y fantástico. No olviden que tienen una nueva cita en este PERIÓDIO DIGITA DEL VALLE "LA VERA PASO A PASO".

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