miércoles, 21 de octubre de 2009

ANGELOS,

TANGENTÓPOLIS

ARTÍCULO DE: Ciudadanos por la Constitución

El término que encabeza el “Comentario” de hoy se acuñó en la última década del pasado siglo. Se refería a la corrupción en una ciudad italiana (Milán), tan generalizada que alumbró una nueva denominación para la romana “Mediolanum”: “tangentópolis”, de “tangente” (“comisión” en italiano), sumando el sufijo “polis” (“ciudad”, en griego). En esa ciudad transalpina nació la investigación en 1992, pero la red abarcaba a toda la querida Italia, generando un colosal proceso judicial que se llamó “Maní Pulite”.

Fue tan gigantesco que se llevó por delante a los partidos tradicionales de la escena política italiana por la imputación de políticos, empresarios, funcionarios, magistrados, ediles, etcétera. Supuso el cambio del sistema electoral del país hermano, del proporcional al mayoritario, que favorecía los posibles personalismos de los candidatos pero castigaba a los “culiparlantes” que se colaban en las listas electorales con la pretensión de medrar a costa de un cargo público o, directamente, metiendo la mano en la caja del erario. Se puede hablar de “refundación”, parcial pero valiente, lo que Italia acometió durante esos años. Está claro que la corrupción es inherente al ser humano, como inherente debe ser su voluntad de combatirla, según demostró la sana sociedad civil que protagonizó ese cambio.

Ya he dicho en alguno de los “Comentarios” precedentes que la crisis económica propicia que se tornen locuaces los que antes recibían dinero por callar y dejarse prostituir. Los velos que ocultan turbios secretos se vuelven más livianos faltando el vil metal, y por doquier comienzan a saltar los escándalos con un elemento común: manzanas podridas hay en todos lados, tanto, que hace falta una cirugía drástica y en profundidad. No sirve titubear o mirar para otro lado: hay que actuar con contundencia si no se quiere incurrir en lo que tanto criticamos a la siniestra, su hipocresía y relativismo moral (o ausencia de moralidad). Si los partidos están configurados de forma federal, habiendo dado ese salto en el vacío de la desintegración nacional, y resulta imposible que una dirección pueda establecer un discurso homogéneo e inequívoco, además de dirigir el comportamiento de sus “teóricos” subordinados; es que entonces es imprescindible un cambio radical.

Tampoco es de utilidad el victimismo, si bien es cierto que los medios de manipulación ponderan bastante más los casos que afectan a la “oposición” (usaré esta palabra pese a que no sea la apropiada), que a los del partido preferido de los progres, que pasan de puntillas por los titulares, cuando no se silencian dolosamente. Ejemplo: lo de “Gürtel” lo ha oído casi todo el mundo, hasta que se demuestre si los hilos de la madeja llegan hasta la Moncloa; mientras que lo de “MercaSevilla” es materia de iniciados. No hay que olvidar que la corrupción crece a la sombra del que detenta el Poder, no del que aspira a “heredarlo”.

Y en Jauja (antaño España), lo que más hay son “centros” de Poder: comunidades autónomas, ayuntamientos, diputaciones, aparte del propio estado, todos con sus gestores politizados y legiones de funcionarios, entre los cuales, por muy honrados que sean, alguno habrá que sea más “receptivo” a generosos óbolos de “desinteresados” ciudadanos a cambio de “fruslerías”. Sobre todo teniendo en cuenta la calamitosa ley de suelo que sufrimos, sí, todos sin excepción porque es la causa de que el precio de un derecho constitucional como es la vivienda, sea prohibitivo. Así que fíjense si la corrupción puede salpicar su bolsillo.

Lo peor es que también puede hurtar el alma...

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