viernes, 8 de enero de 2010

DESDE CUBA,

UN INDIO DECAPITADO SOBRE UN CORCEL BLANCO

ARTÍCULO DE: Diana Valer

El amor entre un aborigen y la hija de un conquistador español incitó a esa joven pareja a elegir las horas de la madrugada para sus encuentros románticos, pero un día el padre de la muchacha los sorprendió.

Como venganza, el radical ibérico indicó decapitar al indio para que ese amor solo quedara en el recuerdo de su vástago. Cumplida la orden, sus adeptos le mostraron la cabeza cercenada, no así el resto del cuerpo que desapareció, como se dice, por arte de magia.

Se cuenta que el espeluznante hecho ocurrió en el siglo XVII en la comarca de Cueybá, hoy la oriental ciudad cubana de Las Tunas.

Desde entonces comenzó a tejerse una leyenda que causaba el pánico entre una parte importante de la población.

En la actualidad se habla de leyenda, pero hasta 10 ó 15 años después de la primera mitad del siglo XX, se defendía con vehemencia el criterio de que un indio decapitado montado en un caballo blanco recorría las principales calles de la principal localidad tunera.

Cada aparición del jinete y su corcel provocaba desgracias, al decir popular. Es por ello que cuando el rumor invadía la ciudad, la comunidad actuaba con cautela por miedo a un desenlace fatal; y muchas familias, inclusive, cerraban puertas y ventanas porque quienes veían al indio y al endemoniado cuadrúpedo morían ipso facto.

Un catastrófico accidente del tránsito, un hombre fallecido en una esquina, la venganza de un esposo que dejó sin vida a su amada por adulterio, o un desastre provocado por la fuerza de la naturaleza, eran sucesos que se le atribuían al mito.

Incluso, varias personas desde distintos puntos de la geografía cubana cancelaban su pasaje de ida a Las Tunas, cuando oían hablar de la aparición reciente del diabólico dúo hombre-animal.

Ahora la leyenda forma parte del acervo cultural del territorio y está presente en la poesía, en las artes plásticas... y hace 15 años en la propia localidad llegó a imprimirse una etiqueta para comercializar una nueva cerveza: Caballo Blanco, en cuyo diseño resaltaba un hermoso corcel.

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