domingo, 7 de marzo de 2010

DESDE CUBA,

EL CABALLERO DE PARÍS: EL HOMBRE GENTIL DE LA HABANA

ARTÍCULO DE: Diana Valer

El legendario caballero que antaño recorriera las calles de La Habana, era oriundo de España y su verdadero nombre fue José María López Lledín y se dice que perteneció a una familia de rancio abolengo allá en Lugo, España. Una estatua de bronce frente al convento San Francisco de Asís recuerda al gran caminante y predicador.

El Caballero que vino a La Habana siendo muy joven, sufrió desajustes psíquicos al enfrentar adversidades de orden legal que lo llevaron a la cárcel allá por los finales de la década del 40 y es en la década del 50 cuando se hace notoria su presencia en la capital debido a sus recorridos por algunas calles principales de la ciudad.

Su gentileza era compartida con todo el que quería escucharle hablar sobre filosofía, noticias y todo tema en discusión por aquel entonces en la ciudad. Su vestimenta consistía en una gran capa negra, pantalón y camisa oscura, su pelo era largo y también lucía barba, añádale usted a esto un legajo de papeles y una bolsa donde tenía sus más preciados tesoros.

No aceptaba limosnas sino que en un clásico intercambio de objetos, pagaba el efectivo con tarjetas coloreadas o lapiceros adornados con hilos de diferentes colores. El caballero constituyó fuente de inspiración para artistas, músicos, directores de cine y hasta de su médico Luis Calzadilla quien escribiera un libro donde recoge sus experiencias con el hombre gentil de La Habana.

En la música, fue inmortalizado con el danzón que tantas veces hemos escuchado en la voz inconfundible del danzonero mayor, Barbarito Diez que dice: "Mira quien viene por ahí, el Caballero de París"

Es en 1977 cuando las autoridades de la Ciudad deciden internarlo debido al franco deterioro que sufría El Caballero, hospitalizado en el Psiquiátrico, recibió mimos y cuidados de doctores y enfermeras que comprendían el significado del ilustre huésped que finalmente murió en la institución a la edad de 85 años en 1985.

El historiador de la ciudad, Eusebio Leal Spengler hizo colocar sus restos exhumados en el Convento San Francisco de Asís, que es lugar de conciertos y obra eminente de la arquitectura colonial del Centro Histórico de La Habana.

Una estatua de bronce que lo devela tal cual fue creada por el escultor José Villa Soberón por igual iniciativa de Eusebio Leal, y que fuera posteriormente colocada en la acera en frente del Convento que recuerda los viejos tiempos de este gran caminante y predicador que fue parte activa de la vida social y cultural de la Habana de aquel entonces.

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