miércoles, 24 de junio de 2009

ANGELOS,

REPTILES Y OTRAS ALIMAÑAS

ARTÍCULO DE: Ciudadanos por la Constitución

Las armas no aparecen mágicamente en las manos de los asesinos. Ni las pistolas, ni las bombas se materializan de la nada para ser usadas. Para que tal ocurra, es preciso que antes germine la mentira para que brote la flor de la maldad. Esta no tiene nada que ver con las de Baudelaire.

La mentira, como ponzoña, es inoculada concienzudamente en toda una sociedad. Los verdugos, para que asuman su papel, y las víctimas para que se crean que tienen que callarse y no hacer nada. Se envenena desde bien pronto, en las escuelas, en las familias y desde la televisión, que se ha convertido en una malintencionada niñera desde que se agota a los padres para pagar una hipoteca. Aunque también los hay que han dimitido por incapacidad para llevar a cabo la ingente labor de ser padre.

Sí. Algunos siembran el mal para que la cosecha de sangre sea lo más intensa y abundante posible. No se les pone coto, día tras día, mes tras mes, año tras año, si algunos reptiles disparan o ponen explosivos, otras alimañas son las que les dan aliento, y por omisión o comisión ponen en sus manos esos instrumentos. Si los reptiles son despreciables, las otras alimañas no son menos repugnantes.

Porque los de la serpiente no viven del aire, y tampoco trabajan, por lo que resulta fácil deducir de donde pueden sacar el dinero para mantener su tren de vida a costa de la muerte de los demás.

Recuerdo que fueron los siniestros los que permitieron que la serpiente pudiera acceder a los ayuntamientos. Con ello se les está inyectando dinero público (el que pagamos usted y yo en los impuestos), incluido el de los plan “e” (de “estúpido”), y manejar “datos” muy sensibles del censo electoral. Acaso de “otras” fuentes muy informadas. No fue la serpiente la que alcanzó solita esa situación privilegiada, sino que fue aupada por alguien. Ahora hablan de “condena”: las palabras, cuando no son refrendadas por los hechos, son una burla. Si hay traición y muerte por medio, la burla es cómplice, en el mejor de los casos y este no lo es, de la felonía y del crimen. Así de sencillo.

Los siniestros ya hablaron en su día con los que consideran que no son más que “chicos traviesos”, un poco brutotes al acudir a la propaganda de los atentados, pero con los que comparten el poso ideológico común del marxismo. Yo creo que no han dejado de “hablar” nunca. No me pregunten, es pura intuición de alguien que conoce la reiterada historia de la izquierda antiespañola, entre los cuales figuran los que nos malgobiernan.

Aquellos que no expulsan a los reptiles de los consistorios; los que no obligan a izar la bandera nacional, la de t-o-d-o-s los españoles les guste o no, en los edificios públicos; los que dejan que persista la mascarada de siglas para jolgorio reptiliano, amparándose en bobadas leguleyas, fruto, sin duda, de la cercanía ideológica. Los que permiten que puedan salir jocosamente en sus cadenas, que sólo respetan la libertad de expresión para los traidores, que nos vaticinan mucho “dolor”, pero para los que defendemos la Patria. Con estupor, a menudo tenemos que ver como nos mandan callar también los que no fuerzan al malgobierno a aplicar la ley porque esperan heredar sin levantar mucho la voz no sea que los siniestros se les enfaden

Y dicen que “han matado a uno de los nuestros”. No. Han matado a un español. A uno que sí era de los nuestros. A uno que trabajaba para exterminar a la serpiente. Para que los demás pudiésemos vivir en paz. Y en libertad.

Que Dios le acoja en su seno.

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