sábado, 27 de junio de 2009

TURISMO,

HERENCIA… envenenada
ARTÍCULO DE: Lorenzo Soriano

El último informe de la FAO (Agencia de las NNUU para la alimentación), es demoledor. Mil millones de seres humanos pasan hambre o mucha hambre. Doce millones muren de hambre anualmente, y otras cifras espeluznantes, que me hacen renegar de la especie a la que pertenezco. Lo novedoso del desastre es que ya no hay que referirse a países lejanos ni a desiertos remotos. Tenemos el Hambre cerca de casa. Ya no es ganas de comer, es hambre, necesidad de alimentos y falta de nutrientes esenciales en sus cantidades mínimas diarias imprescindibles para un desarrollo saludable.

Supongo que todos saben que es una herencia, sin embargo, en la dialéctica es muy importante saber que hablamos de lo mismo, homogeneizar las ideas. Define herencia, sería la pregunta. Pues sí, por herencia entiendo lo que dejamos a los que vienen detrás cuando inevitablemente dejemos este valle, de algunas alegrías, y muchas lágrimas. Lo de moda que está lo sostenible. Consumir y utilizar las energías, materias primas, los territorios y los recursos para poder vivir, pero dejando espacio a nuestros hijos para que también puedan hacer lo mismo. Esto en cuanto a la herencia colectiva. Se asocia también a los bienes y posesiones materiales, que no pudiendo llevarnos a la tumba, ya que solo necesitamos 2x1 metro de tierra o menos si nos incineran, cuando nos muramos, se los dejamos a nuestros descendientes, ascendientes o herederos de cualquier tipo. Esto en cuanto a herencia individual o personal.

Se han preguntado ¿Qué es lo que dejaremos en herencia colectiva o individual a nuestros herederos? ¿Tanto poder da un voto que decide lo que heredamos y lo que heredarán nuestros hijos y nietos? Si es así, esto no es una democracia, estas instituciones no nos sirven y acatarlas y asumirlas es suicida.

Lo que heredaran nuestros descendientes por individual o colectivo, será un mundo terrible, donde el hambre y las enfermedades campan en carrera infernal, las religiones y los sistemas políticos de experimentadores sociales nos torturan o encarcelan, nos llenan de guerras, muerte y opresión, donde las especies se extinguen, la energía y los recursos naturales se agotan donde la basura y la contaminación nos asfixiarán tarde o temprano. El mundo, la Tierra, ni se enterará. Es la especie humana la que está en peligro, lo que pulula sobre ella, a ras de ella, dentro de diez o cien mil años, todo volverá a empezar, ni siquiera seguramente seremos la especie dominante o no seremos de este diseño. Somos un charquito de agua fétida que después de una lluvia queda empozado y que al cabo de unos minutos de darle el sol, en nuestra escala, millones de años, se llena de bacterias por cientos de millones y viven ajetreadas y consumen todo lo que tienen a mano. De repente llega una bota, seguramente de un niño de otra Mega Galaxia o Súper Nova, que en su mundo nuestro mundo es el charco, y chapotea y destruye todo lo que creíamos que era el ombligo de una “Creación” superior y nosotros “los elegidos”.

Hemos tenido que luchar mucho en la evolución para llegar hasta aquí, por eso somos tan destructivos, nos hemos ganado el derecho por haber resistido a las inclemencias de la naturaleza, a las fieras y a las enfermedades. Llevamos la muerte en nuestros genes por instinto de supervivencia y cuando no tenemos enemigos los tenemos que inventar para dar rienda suelta a nuestra “maldad” congénita. Pura supervivencia, ahora modulada.

Hay excepciones, ¿como no iban a haberlas?,muchas muy significativas, otras muchas reprimidas, pero hay excepciones que nos hacen creer que en el mundo reside una cierta parte de bondad y hay individuos que en la balanza hacen más bien que mal, suman más que restan, aportan más que toman. A ese grupo es al que hay que pertenecer. Interiormente somos maquinas infernales, pero podemos controlarnos y a veces hacer el bien. ¿Por qué no lo intentamos? Dejemos una herencia positiva, individual y colectivamente.

A reflexionar.

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