jueves, 2 de julio de 2009

ANGELOS,

FRANCO

ARTÍCULO DE: Ciudadanos por la Constitución

Hablar de Franco, casi 34 años después de su fallecimiento, debería pertenecer al análisis histórico más riguroso. Las universidades más prestigiosas del mundo, hasta hace poco, dejaban al margen de esos estudios los treinta años más recientes, para no contaminar ideológicamente sus conclusiones. Ahora somos víctimas del “actualismo” y tenemos que examinar precipitadamente lo que ha sucedido por la mañana cuando apenas se ha sobrepasado el mediodía, sin ninguna perspectiva. Y en Historia, la premura es mala.

Ya he dicho en alguna parte que los cobardes sólo son valientes con los muertos. Y únicamente cuando se han cerciorado fehacientemente de su defunción, mediante alguna diligencia “judicial” realizada en fechas cercanas. Una vez que se han “asegurado”, quieren derrotar al que les venció cuando ellos lo tuvieron todo a su favor para haberle hundido.

Franco fue providencial. Sí, en este “Comentario” voy a irritar a los siniestros y a sus allegados, rendidos ellos, los maricomplejines. Franco fue providencial, sin duda. Desafío a cualquiera a que tenga la honradez intelectual (y capacidad) para reflexionar sobre lo que hubiera acontecido si Franco no hubiera puesto término a la república revolucionaria. Imaginen la ucronía y presuman sus consecuencias. Muchos de los que le vilipendian no estarían haciéndolo porque sus padres o abuelos habrían sido exterminados antes de concebirles. Así que, de alguna manera, le critican gracias a él porque le deben la vida. Porque toda España hubiera sido, durante largos años, una inmensa checa, un inmenso Paracuellos del Jarama, un inmenso alcázar de la miseria (que diría Luís Martín Santos) donde la menor sospecha, la menor insignificancia habría dado pretexto para convertirse en ocupante de una fosa común.

Eso sin contar con que el pacto germano-soviético hubiera imposibilitado la numantina y tenaz resistencia británica, y que unos aislacionistas Estados Unidos habrían sido “pragmáticos” (infiltrados como estaban por agentes del nkvsd) y hubieran preferido el entendimiento abandonando Europa a su suerte. Ese pacto partió en dos a Polonia (el común desconoce que mientras Alemania invadía este país por el oeste el 1 de septiembre de 1939, los rusos lo hacían por el este quince días después, pero nadie declaró la guerra a estos últimos); y rindió Francia a los alemanes porque contaron con la colaboración (sí, porque fue algo más que “pasividad”) de los miembros del partido comunista francés siguiendo directrices de stalin. Luego lavaron su mala conciencia con una cruel persecución de los “colaboracionistas”, cuando ellos sí que lo fueron, y de qué modo. Por lo que se puede deducir que Franco, aún con la represión que desplegó, fue bastante más benigno que lo descrito y de lo sospechado si la república hubiera culminado su revolución proletaria.

Franco fue un militar excepcional, aparte de soldado, ya saben mis lectores que yo distingo entre las dos palabras. “Militar” es una profesión y “soldado” es una actitud ante la vida. No en vano fue el general más joven de Europa, y era un superdotado como estratega, en contra de lo que manifiestan sus detractores, que no quedan en muy buen lugar si les derrotó un “mediocre”, como le califican. Dejó de ser demócrata en fecha tardía, hacia 1935 ó 1936, ante el doloroso espectáculo de una república que entraba en barrena revolucionaria. En toda Europa, en esas fechas, había muy pocos demócratas. En España casi ninguno. Condenada la sublevación porque las regiones más ricas se mantuvieron en el lado revolucionario (como afirmó prieto en agosto de 1936), logró dar la vuelta a la situación porque mantuvo una unidad sin fisuras en su bando mientras que los revolucionarios se disolvían entre sus mutuas sospechas, la insolidaridad separatista, y el salvaje terror que sembraron los milicianos del frente popular, que llegaron a enfrentarse entre ellos. Inteligente y deliberadamente pudo dejar al margen de la guerra mundial a nuestra Nación, y con muchas dificultades, crear un modelo económico, (para eso se precisan muchos años y voluntades, no una “ley”) que generase un segmento poblacional que atemperase las desigualdades económicas. La Transición fue consecuencia de su acción de gobierno, y que llevemos setenta años sin guerras civiles es algo que no se veía desde el siglo XVIII. Es una figura histórica, como mezquinos son los que quieren enterrarle cuando no pudieron vencerle.

Se escudan en “rebeliones” y “golpes de estado” contra una “democracia”, que no lo era tras el pucherazo frentepopulista, obviando el sentido común: si un gobernante se salta la legalidad para liderar una revolución contra parte de su ciudadanía, los patriotas que realmente lo sean, de cualquier color, deben reaccionar para apartarle del Poder. Así debe ser en cualquier sitio, ya sea Honduras, Chile o Finlandia. Si teniendo que dar ejemplo de respeto al orden constitucional lo conculca, no tiene autoridad moral para quejarse. Más aún si está al servicio del extranjero, llámese chávez o stalin.

Pero la ingratitud es tan desmemoriada como malintencionada, y algunos están cavando trincheras para ver si volvemos a matarnos entre nosotros. Comienzan con cuestiones así pero no se sabe cómo acabarán. Con calles y doctorados a los asesinos que se disfrazaron de “legalidad” para realizar sus crímenes, con panegíricos a los maquis, con estatuas dedicadas a los reclutas que envió stalin, porque las brigadas internacionales fueron un cúmulo de engañados y de agentes de la komintern; mientras que se altera o destierra cualquier denominación o efigie relacionada con el bando nacional.

Y si algunos prefieren olvidar, otros recordaremos siempre. Con serena gratitud.

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