martes, 21 de julio de 2009

UN NORTEÑO,

*MAGAS Y MAGOS*

ARTÍCULO DE: Evaristo Fuentes

*Valle de lágrimas*

En Canarias un mago es un campesino; mejor sin connotaciones. Despectivas, por favor. He estado un par de veces en Ronda, un pueblo de la Serranía andaluza, cuyo topónimo comarcal bien podría ser "El Interior", como aquí se usa o al menos se usaba en Santa Cruz referido a la vertiente Norte de la isla (con la del Sur no recuerdo si pasaba lo mismo). Ronda es un bello pueblo cabeza de partido judicial de una comarca montañosa, la Serranía de Ronda, provincia de Málaga. Ronda debe rondar–valga la redundancia– por los cuarenta mil vecinos, según su padrón, que lo componen, como diría nuestro inolvidable Pepe Monagas, los que pegsnotan (pernoctan). Acuden allí a comprar y vender los habitantes de las montañas de alrededor, aldeas, pagos, villorrios y pueblecillos (en canario, pueblitos), una veintena de pequeños municipios con veinte mil habitantes en total. La localidad adquiere así connotaciones de una pequeña capital con su alegre y bullicioso movimiento urbano. Es similar a La Orotava o La Laguna, donde la gente acude desde Los Altos de sendos valles cada día. Vienen con sus atuendos, su vestimenta, sus tocados, sus pañoletas, sus sombreros…

Recuerdo a una algo musculosa aunque aparente y atractiva mujer, que estuvo durante muchos años bajando por mi calle orotavense, la empinada calle del León, con una enorme cesta en su cabeza llena de pan, cuyo peso lo amortiguaba con un paño enrollado en su testa (testa, cuidado, con esa intercalada...). El pan lo vendía por unidades a la vecindad.

Formaba parte, sin duda, de la geografía humana del casco urbano de La Villa.

Pero la todavía abundante periferia campesina isleña ha ido cambiando sus tradicionales atuendos, vestidos y costumbres para devenir, por errado mimetismo, en una modernidad muchas veces impuesta por la publicidad. Se sienten, ¡qué error!, acomplejados e inferiores a los vecinos de los centros urbanos que, más adinerados y mejor escolarizados-aunque no necesariamente más educados-, suelen marcar la pauta de la norma y la moda.

En el vespertino tinerfeño La Tarde, mi apreciada Ofelia Díaz Fernández, entonces delegada local de la Sección Femenina, publicó un extenso artículo (17-abril-1974), en el que dedica una polémica parrafada a la típica capa verde femenina, que fue usada ya en 1847, coincidiendo con la primera alfombra de flores de La Orotava, por dos señoritas de la aristocracia. Sin embargo, en la Romería, los verdaderos magos que manejan a las yuntas, muchas veces no llevan el traje típico al completo. Pura incongruencia.

Hace poco, hubo un hecho noticiable: la señora Ordemiz, diputada del Parlamento Europeo, ha suscitado polémica, respecto a si es o no permisible y lógico que esta señora, islamista residente en Bélgica, se introduzca en tan alto Parlamento con sus atuendos y velos tradicionales. Yo pienso que sí, afirmativo. Aunque sólo sea por asemejarla a nuestra gente de campo que, en Tenerife, en Ronda y hasta en Pepinillos de Abajo acude de la montaña al casco urbano con sus atuendos típicos.

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