martes, 18 de agosto de 2009

ART. DE UN VILLERO,

SOBRE EL ORIGEN DE LOS TOPÓNIMOS VILLA DE ZAIDE Y BELVER DE LOS MONTES EN ZAMORA. UN VIAJE DE 1.300 AÑOS EN EL TIEMPO

ARTÍCULO DE: Agapito De Cruz Franco

El origen del nombre “Villa de Zaide” en la provincia de Zamora –en la actualidad el pueblo de “Belver de los Montes”- junto al Río Sequillo, siempre ha sido motivo de análisis. Una población “de mucha y antigua historia de la que no quedan sino menguadas ruinas”, como aparece en los textos del románico zamorano. Se han planteado varias hipótesis sobre los dos nombres de esta población de Tierra de Campos. Una de ellas apunta a Zaida, la última esposa del Rey de Castilla y León Al Fonso VI (1040-1109) nuera a su vez del Rey Al Mutamid de Sevilla al haber estado casada previamente con su hijo Al Mamun de Córdoba, antes de morir éste a manos de los al-morávides. Sin embargo, esto es absurdo dado que Villa de Zaide, ya aparece en documentos del siglo X (un privilegio de Ramiro II en 940), y el Rey y su esposa musulmana –cuyo nombre cristianizarían luego llamándola Isabel- vivieron en la 2ª mitad del siglo XI.

Otra es la que afirma que Zaide, derivaría de algún Señor árabe asentado en esta zona de frontera a partir de 711. Podría ser, pero no hay datos. Alguna vez he llegado a pensar que el origen del nombre que sustituiría a Villa de Zaide, es decir Belver, podría estar en una transposición de las grafías “l” y “r” de los términos belver y berber. Belver derivaría de Berber o Valle donde habitaron los ber-ber (bereberes o amazihgs del norte de Africa). De hecho a los habitantes actuales de Belver se les conoce como belveriscos (“¿berberiscos?”). Pero el análisis etimológico de Zaide u otras variantes de Belver, como Belvis o Belveer, lo descartan.

Los historiadores realmente no saben el origen de ambas denominaciones ni tampoco por qué cambia de una a otra al final del siglo XII. Se ha sugerido, que podría obedecer a una dualidad de poblaciones, una dentro del Castillo existente (Belver) y otra fuera junto al Monasterio del que ya hablaremos (Valle de Zaidi) y que con el tiempo una se impusiera sobre la otra. Algo que no se sostiene, en primer lugar ante las tinieblas que rodean los asentamientos de población antes del 900, y en segundo lugar, porque fueron no dos sino cinco los existentes, como prueban –además del castillo y del monasterio- los hallazgos arqueológicos de asentamientos romanos junto al río, o en el tránsito de la Edad Antigua a la Edad Media la población ubicada en “El Ataúd” –frente al actual Belver- donde ha sido encontrada una necrópolis visigoda. Además, el núcleo denominado San Babilés y el Pago de Al Afes, ambos junto al río también. Y en ese hipotético caso, tampoco explican el origen de cada nombre. En esa línea también se ha apuntado que el cambio de Zaide a Belver podría haber sido debido al Fuero de Alfonso IX en 1208 con el fin dotar al lugar de un nombre más sonoro que facilitara la llegada de población, pero, desde mi punto de vista, esta afirmación no tiene consistencia, aparte que desde antes de ese Fuero aparece en escritos este vocablo.

Con el respeto a todos los planteamientos, tengo al respecto una teoría que rastrea la lingüística y la sociología. Hace hincapié en esa época histórica de dominación árabo-bereber-musulmana que parece ignorarse, no sé si consciente o inconscientemente. Porque si importante fue el Monasterio de San Salvador establecido a partir del siglo X, y la historia posterior enmarcada en los sucesivos acontecimientos medievales dominados por la cultura cristiana, no menos importante tuvo que ser la precedente, protagonizada durante más de 300 años por la cultura árabe y amazigh o bereber, y no digamos las anteriores visigoda y romana hasta conectar con la antigua cultura de los castros. Incluso más atrás si observamos los diferentes yacimientos de la industria achelense fechados algunos en 250.000 años (a.n.e). De hecho, el citado Monasterio de San Salvador lleva el calificativo de Villacet –derivación de Villa de Zaide- dejando a las claras la población anterior existente.

Como decíamos, la primera vez que aparece documentado Villa de Zaide es en 940. En 1.013 aparece Villa de Zahid. Durante el siglo XI va variando con nombres como Villa Ceidi, Villa de Zait, Villa Cet (Villaceyt, Villaceide, o Villaceth). Zaida, Zaide, Zaidí o Zeidí (Valle de Zaidí es como aparece nombrado el Valle del Río Sequillo en el año 1000), Zahid, etc son palabras con una misma raíz. Pero ¿qué significan?

Pues bien, proceden del árabe y no del tifinah, la lengua bereber norteafricana. Quieren decir varias cosas pero todas relacionadas: “lo que crece, lo desarrollado, lo destacado, un lugar alto desde donde todo se ve, la que, o, el que todo lo ve. Por extensión también la Señora, el Señor etc. Esta definición de Zaide como lugar alto y destacado entronca con ese calificativo añadido de los montes, del actual nombre. Una Villa de Zaide además ubicada a los pies del Monte Taraza, con su castillo en lo alto y en la ladera el recinto amurallado. Villa de Zaide o Belver era entonces una zona triplemente fronteriza. Por un lado entre León y Castilla separadas ambas por la frontera natural de los Montes Torozos. Por otro entre Portugal y León. Y por otro entre estos tres reinos y el Sur dominado por Al Andalus.

A propósito de Zamora, decir que aunque en el medioevo queda adscrita al Reino de León, Çamora forma parte de la Lusitania, como corrobora su propio escudo municipal y las franjas de colores rojo y verde idénticos a los de Portugal. Colores que simbolizan las legiones romanas vencidas, y que sólo a través de la traición pudieron someter este territorio habitado en aquellos remotos tiempos por indígenas de origen celta, astur y vaceo. Tenemos referencia de ellos en primer lugar con Aníbal y la primera guerra púnica en 220 (a.n.e). Luego con las guerras lusitanas y celtibéricas entre 155 y 133 (a.n.e.) donde se hace célebre Viriato. La efigie de este célebre caudillo lusitano es hoy la estatua más preciada de la ciudad en el casco antiguo de la ciudad del Duero. A partir de esa época, romanos, visigodos, árabes y los reinos cristianos. Los nombres, en ese sentido, que ha tenido la ciudad a lo largo del tiempo han sido: Ocelo Durii por parte de los romanos, Semure o Semuret por los visigodos y suevos, Azemur o Medina Zamorati por los musulmanes, Zamoram aparece a partir del año 800 y en la Edad Media los reinos cristianos y el romancero la denominan Çamora que es como llega a la actualidad cambiando tan solo la “ç” portuguesa por la “z” castellana.

Volviendo a Villa de Zaide o Belver, la mezcla de pueblos árabes, bereberes, judíos, etc. habitaron esta zona que comentamos del Valle del Zeidí desde el 711 -que se establecen en la que fuera Hispania romana y luego visigoda- hasta aproximadamente el primer milenio, independientemente de que mucho antes las gentes del norte controlaran el territorio por encima del Duero. Incluso después, si nos atenemos a algunos presupuestos del Ayuntamiento donde se habilitaban partidas para los “cristianos nuevos”. De hecho está documentado que incluso en el siglo XIII conviven en Belver cristianos, judíos y moros. Una sociedad más avanzada que la que sobrevendría siglos después con la expulsión en 1609 de aquellos 300.000 españoles que el poder de entonces dominado por la intransigencia religiosa católica-romana denominaría “moriscos”. Intransigencia, consustancial a la propia Iglesia Católica y que aún puede apreciarse de forma escandalosa en unas palabras del Papa Pío XII en pleno siglo XX. Me refiero a las pronunciadas el 4 de mayo de 1956 con motivo de una visita a Roma de peregrinos de este lugar y que decoran la fachada de la Catedral de Zamora. En ellas, el Papa sólo considera zamoranos a los cristianos y define a la ciudad al hablar de su historia medieval como “frontera de una patria y una fe”.

La huella pues de toda esta cultura norteafricana aparece además en las construcciones, hábitos alimenticios, costumbres, carácter y habla de Belver, donde muchas de sus palabras han evolucionado de sus lenguas (el tifinah tiene más de 7.000 dialectos) como por ejemplo “josa” o huerto con tapias y que es muy popular en Belver (“josdam” llaman a una huerta con tapias en el bajo Atlas, en el Valle del Draa, en la puerta misma ya del Sáhara). Si uno viaja a Marruecos, encontrará una gran similitud entre sus pueblos de adobe y tapial y la antigua Villa de Zaide.

El problema es que no parece haber rastro alguno en los archivos de España. De existir, habría que buscarlo en los de Marraquech, Fez, Argel o Turquía, e incluso Mali, hasta donde llegó la diáspora de esos españoles expulsados de su país debido a su raíz musulmana, judía y morisca. Sobre ellos, ningún Gobierno posterior en España ha elaborado ley alguna para devolver la nacionalidad a sus descendientes, como sí ha hecho con la emigración o el exilio recientes hacia América.

Volviendo al motivo de esta argumentación, Villa de Zaide y Valle de Zaidí vendrían a significar lo mismo: lugar alto y destacado, donde todo se ve, y por extensión también: Villa o Valle con una buena y bella vista, desde donde todo se divisa, la que tiene un buen ver… etc.

Belver sería, en este razonamiento, una castellanización del topónimo árabe y podría tener su origen en el cambio de poder producido en los años posteriores a Al Fonso VI –a partir del año 1109-; en la sociología política de un país que habría hecho borrón y cuenta nueva con muchos términos de la cultura anterior –otros han pervivido- colocando en su lugar los propios.

En el caso de Villa de Zaide –y tras un período de corrupción lingüística como hemos visto- se habría cambiado Zaide por Belver, topónimo similar a Belver de Cinca en Huesca, Bellver en Girona y Castillo de Bellver en Mallorca y que vendrían a significar lo mismo (Buena vista, bello ver, etc). El Castillo de Bellver de Mallorca se construyó a partir del año 1.300 por orden del Rey Mallorquín Jaime II, hijo de Jaime I de Aragón. En el caso que nos ocupa, Belver de los Montes, le habría precedido la grafía y el sonido borgoñón o borgoñés Bellevue, pronunciado Belvii, y que era la cultura que proveniente de Francia, se empezaba a imponer por estos Reinos. De hecho, el primer topónimo que aparece documentado relacionado con Belver, es Belvís, (muy parecido a la pronunciación francesa bellvii) en 1194. Tras éste, Belveer, y, por fin, Belver en 1208. (En Sicilia por donde se extendería la Corona de Aragón tras expulsar a la Casa de Anjou de Francia, el mismo vocablo se dice “Belvedere”)

Hablo del habla borgoñona (Francia) porque los borgoñones habían emparentado a mitad de 1100 con Al Fonso VI a través de su primera esposa y después del matrimonio de su hija primogénita Urraca (1080-1126) con Raimundo de Borgoña. Además el primo de éste, el también francés Enrique de Borgoña, que casaría con Teresa, la hija ilegítima del Rey Al Fonso VI, y al que entregaría el Condado Portucalense al sur del Río Miño (Guimaraes, Coimbra y Oporto -antes Porto Calense-) De este último se deriva Portugal, que tiene su origen en Guimaraes y es la nación más antigua de Europa. Un nieto suyo, el futuro Rei Afonso Henriques nacido en Guimaraes y muerto en Zamora, y que da nombre a la actual Fundación hispano portuguesa “Fundación Rei Afonso Henriques” con sedes en Zamora y Bragança, es el fundador del Reino de Portugal en 1179, el cual se desligaría del Reino de León.

La maravillosa ciudad de Guimaraes –donde como digo nace la nación portuguesa- y Villa de Zaide o Belver, tienen muchas cosas en común: los dos nombres surgieron en el mismo período histórico; se estableció en ambas un monasterio en la misma época, punta de lanza para llevar a cabo luego repoblaciones sociales y, en ambas también, se levantó un castillo exterior al monasterio para defensa de sus habitantes. Es en el siglo X, cuando la Condesa Mumadona Dias, tía del Rey Ramiro II de León (recordemos el privilegio por esta misma época de este Rey hacia Villa de Zaide en 940 en el primer párrafo de este artículo), mandó construir en su tierra de Guimaraes –antes Vimaranes-, el convento de frailes y monjas que se transformó en un polo de atracción y de concentración de población. Para su defensa, Mumadona ordenó la construcción del Castillo entre los años de 959 y 968. La entonces “Villa Vimaranes” se desarrolla alrededor de estos dos polos dinamizadores: el Convento y el Castillo: ¡Qué coincidencia con la antigua Villa de Zaide tanto en el tiempo de estos asentamientos como en los asentamientos mismos y la relación monasterio-población- castillo que veremos después!

Volviendo a la pista borgoñona y a la llegada a la Península de los “francos” (de donde se deriva mi segundo apellido y más de una calle de Zamora como la Rúa de los Francos, una de las más hermosa y que se halla en el corazón del casco antiguo, donde las calles siguen llamándose rúas), esta sociología de enlaces matrimoniales más allá de los Pirineos, unido al desarrollo del Camino de Santiago, introduciría en la Península Ibérica los intereses, la cultura y los ejércitos de la Europa de entonces que, bajo la influencia de Roma y Cluny –ciudad francesa que por aquella época era el principal foco de renovación cristiana católica- acabarían con la valiosísima cultura mudéjar y mozárabe propia de la Península. (Recordemos que mudéjar era el musulmán que vivía en territorio cristiano y mozárabe el cristiano que lo hacía en territorio musulmán.). No hay que olvidar el inmenso poder político que adquiere la Iglesia Católica en este período y que no empieza a ser recortado hasta la llegada al poder como Rey del zamorano Alfonso IX. Este, en su idea de crear municipios a su servicio, al margen de la nobleza o de la Iglesia -caso de la fundación hecha por él de A Coruña por ejemplo-, otorga a la Villa de Zaide o Belver su Fuero el 12 de octubre de 1208. (Ver “La Opinión-El Correo de Zamora”, 3 de agosto de 2008 “La utilidad de un reinado” págs. 6 y 7, Marisol López; o el hermanamiento habido entre Belver de los Montes y Bellevue La Montagne (Francia) a cuenta de la celebración del 800 aniversario de este Fuero en el verano de 2008).

Los enemigos de Al Fonso VI, no eran los musulmanes y arabo-bereberes –los árabes son una cosa, los bereberes o amazighs otra, y los musulmanes otra- establecidos desde hacía más de 300 años en estos lugares, sino los invasores almorávides y almohades así como otros reinos cristianos. De hecho el Rey Al Fonso VI sabía hablar perfectamente árabe. Y en su afán de conseguir el orden peninsular consiguió que los cronistas le intitularan “Imperator Totius Hispaniae”.Tras la toma de Toledo, Uclés y la protección que daba a los Reinos de Sevilla, Córdoba y demás, unido todo a sus dominios de Castilla, León, Galicia, norte del actual Portugal, etc. se hacía llamar Emperador de las dos religiones. De todos es conocida también la buena convivencia de musulmanes, judíos y cristianos en su capital, Toledo, y la existencia, en aquella Hispania, de reinos amigos de religiones musulmana y cristiana, y reinos enemigos con la misma religión, bien fuera esta cristiana o musulmana.

Las sociedades de entonces debían ser una mexturización de población: autóctona, romana, visigoda, árabe y bereber; y de religiones: cristiana, musulmana, judía y pagana. Una identidad propia y muy peculiar de la Península Ibérica, que no debía gustar a muchos y que a partir del primer milenio no aceptaría ni la Europa católica, ni la Africa musulmana. Ambas, levantarían entre sí un muro infranqueable propio de dos religiones excluyentes y totalitarias, que se llamaban mutuamente infieles y que, en realidad, obedecían al desarrollo de dos civilizaciones y de dos Imperios.

De esos tres modelos peninsulares que surgían en la Edad Media (mozárabe- mudéjar, católico y musulmán) el primero llevaba todas las de perder pues tenía como enemigos a los otros. Y entre estos dos últimos, lo liquidaron.

Como es sabido, Sancho, único hijo varón de Al Fonso VI y la Princesa musulmana Zaida, había sido nombrado heredero de estos reinos. Una sucesión frustrada al morir el cristiano-musulmán en la Batalla de Uclés peleando contra los almohades. Muerte que algunos han apuntado como conspiración de Estado, donde por llevar sangre musulmana, habría sido asesinado por los fundamentalistas cristianos del Reino en la encerrona de Uclés, cortando de cuajo un modelo de sociedad donde habrían cabido ambas culturas. A la vez, sepultando la convivencia pacífica de judíos, musulmanes y cristianos, que sólo se reproduciría -como una isla de tolerancia, en el tiempo de las intolerancias- siglos más tarde con Fernando III el Santo o Alfonso X el Sabio y la Escuela de Traductores de Toledo). Hay analistas que apuntan que si se tardó tantos siglos en la unificación política peninsular –casi 400 años más, pues el asesinato del heredero cristiano-musulmán de Al Fonso VI sucede a finales de 1.100 y la toma de Granada en 1492- y al surgimiento separado de Portugal, fue debido a la muerte prematura de quien tenía las claves para unificar aquellos reinos de religiones diferentes; quien debiera haber sido sucesor de Al Fonso VI, en lugar de su nieto, el hispano-borgoñón Alfonso VII, nacido del matrimonio de su hija Urraca (1080-1126) y el franco Raimundo de Borgoña, y tras un período de reinado de su madre. Pero alumbraba un tiempo en el que política y religión iban a ser sinónimos.

Resumiendo: Zeidí y Zaide sería la manera de llamar los pobladores árabes a este Valle del Sequillo y al asentamiento poblacional existente por su privilegiada situación sobre el entorno. Belver sería una traducción al castellano de Zaide tras su primera trasposición al francés: Bellevue. Este cambio de nombre sería llevado a cabo bajo la batuta de los monjes cluniacenses, agentes principales del cambio cultural y religioso; del paso de la sociedad mudéjar-mozárabe a la católica con centro en el Monasterio de Sahagún del que terminó dependiendo el de San Salvador de Villacet o Villa de Zaide y bajo el poder político de los francos de la casa de Borgoña.

El Castillo de Belver del que hemos hecho referencia, es conocido popularmente como la Casa de la Reina. Esta antigua fortaleza es llamada así porque se cree que en ella habitó la Reina de Zamora, Doña Urraca. Hay una leyenda belverisca que dice que Babieca, fue elegida por el Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid (Sidi) en las dehesas de Villa de Zaide por su valentía al plantarle cara a una tormenta y como regalo de su amor de juventud, la Reina Doña Urraca, quien por cierto le armaría caballero en la Iglesia de Santiago El Viejo o de Los Caballeros ubicada por debajo de la Catedral de Çamora, junto al Duero. Según el Romancero, Babieca habría sido un regalo de la Reina Madre Doña Sancha, al Cid Campeador, y Dña Urraca, su hija, quien le calzara las espuelas de plata en al ceremonia para ser armado caballero.

Pero sigamos con la Casa de la Reina. Los restos de su torreón limitan hacia el conocido como campo de los ingleses camino ya de Villalpando y que fue por donde muchos siglos después huirían los ingleses ante la Grand Armée de Napoleón. El castillo es sabido que se construye sobre la base de otra construcción antiquísima, posiblemente celta y luego romana. Incluso debido a su enclave privilegiado pudo ser aprovechado como Al Cazaba árabe. Está documentada ya desde comienzos del año 1000. Más tarde, en 1.194, Sancho I de Portugal concedió a los Hospitalarios una heredad en Belver para levantar una fortificación en línea fronteriza de Zamora. Luego Alfonso IX reedifica en 1.211 un recinto amurallado sobre la base del anterior en línea fronteriza con Castilla y que sufre diferentes modificaciones en siglos posteriores. Además de estos reyes y reinas, la Catedral de Zamora, el Infante Don Juan el Tuerto, Alvar Núñez de Osorio y Ramiro Flores de Guzmán serían luego a lo largo del tiempo sus propietarios hasta que en 1382 pasa a manos del Al Caid (alcalde) Juan Fernández de Tovar y luego el silencio y las ruinas.

El Monasterio y la Iglesia, ambos de estilo mudéjar, serían levantados junto a la fortificación al mismo tiempo que el de Guimaraes en Portugal, dentro de la misma estrategia de control por parte de los reinos cristianos de las tierras por encima del Duero y posiblemente sobre alguna mezquita. Lo demuestra el hecho de que en las recientes obras de adaptación de esta Iglesia a Ayuntamiento, hayan aflorado en el suelo varios planos de construcción anteriores, y féretros de piedra con la forma de la cabeza esculpida en ella al estilo visigodo.

En 1.040 existía ya un monasterio dúplice (hombres y mujeres) al pie del monte. A mitad del siglo XII los benedictinos de Sahagún se lo apropian, dentro de esa cambio de poder político ya analizado y entre el malestar de los vasallos que se alzaron y consiguieron que se les reconociese como concejo. Y en el XIX es desamortizado.
Si en el Valle del Río Sequillo hubo una época fértil y rica por la potente cultura que la habitó –y que sería la base de las poblaciones y cultura posteriores- fue la árabo-amazigh, entre 711 y finales del 1100. Justo de la que menos se sabe. Y de la que menos se habla. Pero fue vencida y borrados de la historia casi todos sus vestigios. Eso sí, bajo el suelo de Zaide, Belvís o Belver, la arqueología tendría mucho que decir. También la ecología humana y las costumbres de sus habitantes. Y el saber, que como transmisores de la cultura clásica, nos legó, en medio de la oscuridad que envolvería la Edad Media, este pueblo norteafricano olvidado en el trastero de los vencedores, y sobre el que la historia oficial parece haber corrido siempre un tupido velo. De hecho, la historia entre el año 700 y el 1000 se suele escribir por parte de muchos estudiosos en clave “cristiana” ignorando los asentamientos bereberes, las repoblaciones mozárabes y sobre todo haciendo caso omiso de la potente mezcla de culturas que aquí se produjo.

Más información sobre Belver de los Montes, la antigua Villa de Zaide, donde encontrarán además un apartado sobre su historia desde el paleolítico hasta la actualidad elaborado por el historiador local Eusebio Carbajo, así como diferentes imágenes de todo lo que llevamos expuesto por si les sirven en: http://www.aytobelver.com/ También puede consultarse, entre otros y aparte de los testimonios que aparecen en archivos, el trabajo que como tesis presentó ante la Sorbona de París el también historiador nacido en el lugar, Mariano García.

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