sábado, 29 de agosto de 2009

EL PTO. SIEMPRE EL PTO.,

SEMANA BÁVARA: Y VAN TREINTA Y SEIS

ARTÍCULO DE: Salvador García Llanos

Todo comenzó, según cuentan, con la búsqueda de una orquesta bávara que ofreciera un par de conciertos en fechas apropiadas. Era verano de 1973. Desde luego, hay que agradecer a los mentores de entonces su visión de futuro. Porque entonces, cuando estábamos bastante lejos de las numerosas variables y del espectacular desarrollo de los soportes de promoción, promover esta iniciativa, modularla e irla incluyendo en programas de actividades que sirvieran como factor de captación de mercados turísticos, tiene su mérito.

Y ya son, con la presente, treinta y seis ediciones de la Semana Bávara que acoge el Puerto de la Cruz en los días finales de agosto. Tres años después de aquellos comienzos, en 1976, la idea ya había cuajado, contaba con el respaldo del Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) y tenía esa denominación oficial: Semana Bávara.

La ciudad, como la isla, cuenta con grandes corrientes de simpatía en Alemania. Con el paso del tiempo, esta Semana, como el intercambio carnavalero con Düsseldorf y otras ciudades de la Renania-Westfalia, se han convertido en dos soportes importantes de lo que significa promoción original y directa.

Porque hay componentes humanos y de tratamiento muy fluido en su materialización. Esta Semana Bávara, por ejemplo, gira en torno a las actuaciones de una orquesta, Die Iustigen Egerländer, cuyos componentes, con algunos familiares, se alojan en distintos establecimientos portuenses. Célebres han sido sus conciertos en el parque San Francisco, en el complejo "Isla del Lago", en Playa Jardín y hasta en la iglesia de la Peña de Francia. Precisamente, en el primero de los recintos citados, se celebró durante muchos años la popular "Fiesta de la Cerveza", a beneficio de la Cruz Roja. En el escenario, la orquesta interpretaba sin cesar -incluso algunos pasodobles- y amenizaba unos sorteos muy tentadores. Se convirtió en tradición que el presidente del CIT invitara al alcalde de turno a dirigir la orquesta y le cedían la batuta en medio del regocijo popular.

La conclusión es que, al cabo de una semana, los componentes de la agrupación musical ya han familiarizado, se desenvuelven en la ciudad y han puesto en marcha ese sistema de promoción infalible que es el "boca-oído" que funciona admirablemente en sus lugares de origen. O sea, que no hay que hacer un gran desembolso para producir un reclamo que, mínimamente atendido y cuidado, genera una convocatoria de indudable interés social y promocional.

Ya son treinta y seis ediciones. Teniendo en cuenta lo difícil que resulta dar continuidad a las cosas que suponen mover colectivos y darles una ocupación durante un tiempo, integrarlos en la convivencia de las ciudades y proyectarlos como un exponente de lo que se debe hacer par fomentar el turismo, que alguien vaya sugiriendo algún tipo de reconocimiento para esta Semana Bávara que, además, por fortuna, parece bastante exenta de personalismos y otros intereses que pudieran condicionarlo.

La celebración se ha trasladado ahora a plaza de Europa, seguramente para aprovechar la amplitud del espacio y las brisas del mar. Es un nuevo paso en la historia de esta Semana Bávara, una iniciativa consolidada que bien merece las atenciones que la enriquezcan.

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