martes, 8 de septiembre de 2009

BALCÓN DE VENEZUELA

DESDE LA ANTIGUA GUATEMALA A LA VILLA DE LA OROTAVA: UN CAMINO SEMBRADO DE ALFOMBRAS

ARTÍCULO DE: Antonio-Pedro Tejera Reyes

de la historia, que van mucho más allá de cuantos tenemos conocimiento y que dejan bien claro que no hay un lugar de esa América nuestra donde no haya un reguero de sangre, sudor y lágrimas de los “isleños” de Canarias.

Los rectores de la Villa de La Orotava tienen la palabra. Sabemos que existen estudios importantes relacionados con el tema de las alfombras, donde está involucrado, de alguna manera, nuestro Cabildo Insular. Incluir a Guatemala en estos proyectos parece algo sencillamente natural. De la capacidad y la labor cultural del ayuntamiento de la Villa de La Orotava se puede esperar lo mejor.

Que así sea.

Desde la Antigua Guatemala a la Villa de La Orotava: un camino sembrado de alfombras balcón de Venezuela ANTONIO PEDRO TEJERA REYES NUESTRO encuentro con la ciudad de la Antigua Guatemala nos traía al recuerdo serias vivencias relacionadas con el Santo Hermano Pedro, como ya hemos relatado en otros trabajos periodísticos anteriores al presente, todas ellas nacidas de los hermosos recuerdos que nos vienen a la memoria, donde los protagonistas eran nuestra madre y sus viajes desde Granadilla –su cuna natal– hasta Vilaflor, siguiendo la ruta que supuestamente se atribuía al recorrido que el santo realizaba con su rebaño de cabras, hasta la hoy ermita que se ha restaurado en la cueva adonde llevaba su rebaño, cerca de las playas de El Médano. Eran relatos que escuchábamos en nuestra niñez, allá por los años cuarenta del siglo pasado, unidos a los cuentos de la abuela Celerina, que nos lleva banenvolandas hasta las viejas leyendas que circulaban desde estas áridas tierras del sur de Tenerife hasta las orillas de la isla de La Gomera, su lugar de procedencia... después de una larga travesía en un viejo barco de cabotaje, preludio del que años después tomaría para llegar a Santa Cruz de Tenerife desde El Médano –cargado con sus ocho hijos–. Una travesía de muchas horas por mar, ya que no existían carreteras. No era un camino precisamente de alfombras de flores... Todas estas vivencias se nos atropellaban en la mente ante la figura insigne del santo, entronizada en la Antigua Guatemala en una de sus recoletas plazas, sitios y lugares donde parecía flotar en el ambiente el halo misterioso de esa figura isleña, natural del pueblo de Vilaflor, nuestra isla de Tenerife, estandarte que hoy los guatemaltecos utilizan hasta en su promoción turística, como se puede ver en la muestra que ofrecemos del Instituto Guatemalteco de Turismo, IGUAT. La Antigua Guatemala tiene mucho de parecido con el pueblo de donde salió el Santo Hermano Pedro. Al igual que lo tiene con la Villa de La Orotava, y sus empinadas calles que algún día no muy lejano debieron ser también empedradas.

A todo esto, algo une definitivamente estos dos lugares recorridos por el santo, como es la tradición de las alfombras, relacionadas con el culto religioso.

Las alfombras de Guatemala

Elizabeth Bell, escritora estadounidense residenciada en Guatemala desde los años sesenta del pasado siglo, nos ilustra sobre las alfombras guatemaltecas en una publicación especializada, en la que pone de manifiesto su permanente visión investigadora y su excelente preparación como historiadora, producto de una admirable vocación.

“La Antigua Guatemala es famosa por las alfombras que se elaboran dentro de las iglesias para las velaciones y a lo largo de las vías procesionales durante la Cuaresma y la Semana Santa. Lograr estas magníficas obras de arte, que varían cada año, conlleva mucha dedicación y esfuerzo”.

“Sabemos que la costumbre de hacer alfombras fue traída de España y las Islas Canarias al Nuevo Mundo por los conquistadores en el siglo XVI”. (Nótese cómo la autora separa de España a las Islas Canarias). “Sin embargo, la costumbre de hacer alfombras fue practicada por los mayas con fines ceremoniales antes de la conquista. La elaboración de alfombras es una tradición que se remonta al siglo VII en las Islas Canarias [...] específicamente para el Corpus Christi [...].

Hoy estas alfombras parecen alfombras persas elaboradas con aserrín teñido y flores [...].Por supuesto, se sabe que los mayas hacían alfombras de pino, flores y plumas, en la época prehispánica [...]. La Ciudad de Santiago de Guatemala (hoy la Antigua Guatemala) ha sido una ciudad conservadora en cuanto a sus tradiciones religiosas [...]. Los ricos, los pobres, los jóvenes o los ancianos, sin diferencia, se ponen de rodillas para elaborar estas magníficas obras de arte”.

De la Antigua Guatemala a la Villa de La Orotava, Se nos hicieron muy cortas las horas que disfrutamos en la Antigua Guatemala.

Horas llenas de vivencias entre las más claras señas de identidad de una población que ha sabido marcarse una ruta clara y precisa que le está dando su auténtico valor, como un destino turístico-ambiental de la mejor calidad, punto de atracción fundamental de nuestro turismo de hoy.

Ahí queda el reto para que los rectores de la Villa de La Orotava muestren su conocida vocación americanista, estudiando la forma de integrar las experiencias y conocimientos del tema de las alfombras ha tan señalado lugar de América que no podemos negar.
Ha sido un descubrimiento que nos ha impactado con un irresistible deseo de dar a conocer a ambas orillas del Atlántico los indestructibles lazos que nos unen a través “El turismo de hoy y del futuro busca sin desmayo las señas de identidad de los pueblos, constituyéndose las mismas en una de sus principales atracciones” (De la maestría “Calidad Turística-Ambiental Sostenible y Promoción de La Paz”. Villa de La Orotava, Tenerife, Islas Canarias. 1999-2009).

Ilustración de la portada del programa de la Semana Santa en Guatemala, editado por el Instituto Guatemalteco de Turismo Marcador de libro, regalo del IGUAT, con la imagen del Santo Hermano Pedro y su firma original al reverso. Un recuerdo de la promoción turística de Guatemala Alfombra de serrín coloreado. Fotografía tomada del libro de Elizabeth Bell Alfombra de pino y flores. Del libro de Elizabeth Bell

No hay comentarios: