lunes, 7 de septiembre de 2009

TURISMO,

FISCALIDAD

ARTÍCULO DE: Lucino Soriano

Creo que ya es suficiente, que está bien demostrado, que es lógico, justo, patente y absolutamente necesario. Los cuales razonamientos no son garantía de que los responsables de gobernarnos los vean, y los corifeos a quienes esta situación les beneficia los vayan a apoyar. Necesitamos leyes distintas y distantes para distinguir a los medianos, pequeños y minúsculos empresarios, que somos legión, así como a profesionales y autónomos individuales, y las grandes corporaciones, las grandes empresas o las grandes Fundaciones.

Lo que no es posible es que las soluciones a las normativas fiscales y laborales, sean prácticamente las mismas para las empresas de miles de empleados que para las cafeterías de dos, con escasísimas diferencias entre los derechos y/u obligaciones que regulan a ambas.

El detrimento es para el pequeño, y eso es natural. ¿Pero cómo es posible y de dónde sacan a los legisladores fiscales? ¿Cómo piensan que pueden legislar fiscalmente a este país como si fuéramos otro con energía, recursos naturales, industrias productivas, tecnología punta o especialización diferenciada? Como si fuésemos una economía estable donde se puede pedir adelantos de Beneficios seguros futuros, donde la simple facturación de un producto o servicio, se dé por cobrada a efectos fiscales, como si las revalorizaciones cubrieran con distancia los impuestos que gravan las compras, donde los impuestos de las ventas hagan rentables las mismas y no las desincentiven y obliguen al fraude como supervivencia o defensa propia. Donde el costo vital, o el costo laboral, o el costo empresarial de la mayoría de los ciudadanos o de las pequeñas empresas sea inasumible, como si fuéramos un país industrializado y autosuficiente.

Las inversiones extranjeras desaparecen, las interiores son inexistentes, los empleadores sienten el “pánico” a contratar, todos quieren ser funcionarios o políticos, donde no hay espíritu empresarial y el poco que aparece se cercena sin compasión. Donde la impositividad “directa” y fácilmente recaudable, confiscatoria casi siempre es la norma y donde la indirecta se sube a “placer” de las necesidades de los derrochadores y manirrotos que se han aupado al poder sin méritos ni preparación, o quizás por eso se han dedicado a acapararlo. Donde no se tiene en cuenta si es posible, justo y positivo, sino que se antepone la necesidad de cobertura de gasto a la posibilidad o no de la recaudación, que les resulta imprescindible.

La asfixia fiscal es cortoplacista, lo que necesita este Gobierno para seguir en el machito unos años más y dejar inhabitable el territorio para que otros lo hagan prosperar. Estos “Atilas” de poca monta y mala muerte, harán muy difícil que nadie después de ellos tenga margen para algo, “ aprés moi le deluge”, sino para huir y salvarse en las Arcas que como Noé se están construyendo muchos españoles, pero fuera de este precioso pero “ocupado” país, por fuerzas de ocupación y desolación, con la complicidad de las urnas. Y es que “el pueblo es muy sabio”. A veces. Grandes ejemplos ha habido y hay en la historia. Y la alternativa es para llorar.

A reflexionar.

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