sábado, 24 de octubre de 2009

EL PTO. SIEMPRE EL PTO.,

INDICADORES TURÍSTICOS PREOCUPANTES

ARTÍCULO DE: Salvador García Llanos

Esta información no puede pasar inadvertida:

“La ocupación media de los hoteles del Puerto de la Cruz se situará a finales de año entre el 52 y el 55%. Dicho porcentaje se aleja mucho, de 18 a 15 puntos, de los estándares de rentabilidad internacional que a este respecto sitúan la ocupación media en el 70%”.

Hemos podido leerla en Diario de Avisos de esta semana, extraída de los datos manejados en una reunión de Ashotel, la organización que agrupa a los empresarios y hoteleros tinerfeños, empeñados ahora en un nuevo intento de revitalización de la marca después de algunas probaturas que han devenido infructuosas.

La información es relevante, desde luego. El modelo turístico del municipio, clave en su día para el desarrollo de toda una isla, flaquea. Y todos deben tomar conciencia pues si no se invierte la tendencia, los males serán irreversibles. Nos quedaremos sin modelo y sin marca. Así de llano. Ahí está el brutal bajón comercial como prueba irrefutable.

Los primeros que deben ser conscientes, los empresarios y promotores. Entre sus cuitas y su pasividad, entre su falta de iniciativa y su descanso de responsabilidades en terceros, entre la falta de apoyo y vamos a admitir que la incomprensión en algunos casos, entre sus dudas y reticencias, sus celos y sus métodos, habrán entendido que el negocio se desploma.

Parece injusto que recaiga sobre ellos todo el peso de la responsabilidad, si bien algunos no se cortan -siquiera en privado- para admitir que esa inacción durante años ha sido determinante para llegar al presente estado de cosas. Pero la gran verdad es que les ha faltado capacidad para innovar y cualificar. Así ha surgido unos de los clichés más dañinos que se recuerda: los establecimientos no se renuevan, han quedado obsoletos, no pueden competir con otros de corte más vanguardista y concebidos con otra dinámica arquitectónica y funcional.

Entre los datos que habrán procesado los hoteleros portuenses figura la pérdida de 1,8 millones de pernoctaciones durante la última década. Debe figurar también entre sus registros -aunque no se haya publicitado- la disminución en el mismo período de la oferta hotelera y extrahotelera (apartamentos), traducida en número de camas. El del cierre de establecimientos, igualmente, debe llamar la atención. La disminución de pernoctaciones incide directamente en la pérdida de rentabilidad, básica para interpretar cualquier cuenta de explotación.

El caso es que, contrastados todos los indicadores, hay que producir un giro considerable para revitalizar la marca. Eso significa para que no siga devaluándose, para que en los mercados emisores siga siendo una referencia de primer orden o de primera demanda, para que la fidelización vuelva a ser una divisa… En esas coordenadas tan genéricas, el empresariado local tiene mucho que decir y hacer. No valen sólo las quejas. Hay que emprender más, hay que ser más imaginativos, hay que arriesgar como lo han hecho otros en otros sitios y no les ha ido tan mal pese a no tener ni las singularidades ni la experiencia cosechadas en el Puerto de la Cruz.

Ha llegado la hora del vuelco o del impulso ahora que las estadísticas señalan, poco menos, que se ha tocado fondo. No es subirnos al carro del alarmismo sino transmitir -desde la modestia de un artículo de opinión- la necesidad de producir un cambio, innovar y cualificar, ideas en las que hemos venido insistiendo a lo largo de los últimos tanto en la esfera pública como el desenvolvimiento privado.

No es tarea exclusiva de los empresarios, de acuerdo. Pero que carguen baterías es ahora mismo, decisivo.

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