martes, 24 de noviembre de 2009

ART. DE UN VILLERO,

DON VICENTE MIRANDA

ARTÍCULO DE: Agapito de Cruz Franco

Días atrás, el pasado 28 de octubre, se cumplieron diez años del fallecimiento de un hombre importante del siglo XX en La Orotava, Don Vicente Miranda. Yo le recuerdo menudo y frágil. Encorvado, y ocupando el único espacio vacío que quedaba en su Librería, una de las más antiguas de Canarias.
Fundada en 1900 por Francisco Miranda Perdigón a su regreso de Cuba –aunque abriría cuatro años después, según apunta el historiador Manuel Hernández- le sobreviviría nueve años, cerrando sus puertas a finales de 2008, ya con su hija Carmita al frente. Situada en el corazón mismo de la calle La Carrera, arteria por la que fluye buena parte de la vida orotavense, la Librería Miranda estaba ubicada en la casa natal del escultor Fernando Estévez que también da nombre a la calle. “Templo de tolerancia” en palabras del cronista villero Bruno Alvarez Abreu e “icono de la cultura y la más señera de Canarias” según el periodista Rafael Ben Abraham Barreto, o “referente de la divulgación”, como escribiría el historiador Juan del Castillo, sería, a lo largo del siglo XX esa versión atlántica y canaria mezcla del café Gijón de Madrid, la Casa del Pueblo y los Ateneos de la época. Su recorrido a lo largo del siglo así lo demuestra, al pasar por ella las diferentes élites artísticas y culturales y ser el punto de encuentro de las variadas clases sociales y de las diferentes inquietudes políticas. Desde el 3 de marzo de 2009, esta librería es Medalla de Oro otorgada por la Corporación Municipal.
La figura de Don Vicente Miranda va unida consustancialmente a este lugar. Al menos así yo lo recuerdo, y su personalidad es inseparable de un inmueble en el que hoy anida un intenso vacío del que el Ayuntamiento, dado lo emblemático del mismo, debiera iniciar algún tipo de acción cultural al respecto.
Era allá por el año 1983, la época en la que en los centros de enseñanza comenzábamos a innovar la educación, con experiencias complementarias al currículo oficial, cuando lo encuentro en el patio del “Colegio Público Ramón y Cajal” de la Villa de Arriba inaugurando el primer Día de Canarias, evento que 25 años después, aún sigue desarrollándose en este Centro con gran asistencia de toda la Comunidad Educativa y en el mismo día de la efeméride. Trémulo, blanco su cabello, micrófono en mano, rodeado de setecientos escolares y con tres banderas flameando al viento que los maestros y maestras habíamos instalado a tal fin: la española, la canaria y la de La Orotava. El Presidente del Estado era Felipe González, el de la Comunidad Autónoma Jerónimo Saavedra, el Consejero de Educación Luis Balbuena, e, Isaac Valencia se estrenaba como alcalde en la capital del Valle de Taoro con él, con Don Vicente Miranda, socialista, como Teniente Alcalde-Delegado de Educación en los dos primeros mandatos democráticos que arrancarían de aquel 3 de abril de 1979. Es precisamente en esta época de consenso en la política municipal entre los diferentes partidos (AIO, UPC y PSOE) cuando se da ese salto de gigante en la educación en La Orotava que acabaría con las lacras sociales e históricas que esta sufría, al comenzar un nuevo ciclo de construcción de nuevos colegios públicos que terminarían con la desescolarización existente hasta entonces.

Intelectual, de gran bagaje cultural, apasionado de la lectura y político progresista, llevaría las riendas de la Sociedad Cultural Liceo de Taoro y apostaría decididamente en su momento por la Banda de Música de la Villa de La Orotava. Impulsor del Semanario Canarias de los años 50, fue el responsable de la publicación de la primera guía turística del Valle de La Orotava. El PSOE local debe mucho también a este “Villero de Honor”, pieza fundamental en la reconstrucción de este partido en La Orotava, tras la larga noche franquista. Hoy, en nuestra era digital y en el décimo aniversario de su desaparición, aún parece dibujarse su cervantina y filantrópica silueta, junto a los anaqueles vacíos de la historia de la calle La Carrera.

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