domingo, 20 de diciembre de 2009

UN NORTEÑO,

MAQUETAS

ARTÍCULO DE: Evaristo Fuentes Melián

En mi infancia en La Orotava se visitaban por Navidad los portales de Belén, algunos de ellos en casas particulares, como el de la casa de don César Hernández o el de la señora marquesa o el de mi primo Joaquín. Años más tarde, estuve en Holanda, en un Madurodam, una maravilla de maqueta gigante con diferentes aspectos de aquel bello país, con trenes en circulación y ríos en movimiento. Una virguería. De similar hechura es nuestro Pueblo Chico, sito en la zona baja del municipio orotavense; hace poco un gracioso´ en Internet propuso como gestora del mismo a Ana Oramas por su chica, pequeña estatura...

En un estudio de arquitectura del Puerto de la Cruz donde trabajé varios años, había verdaderos artistas que simultaneaban su trabajo de delineantes y topografía con el de maquetistas. Uno de ellos fue el perdomero Manolo Díaz García, que luego erró el camino y se fue al cielo antes de tiempo. Hablaba poco y era efectivo y de gran rendimiento en el trabajo. Ahora hay un sobrino suyo en la Biblioteca Municipal de La Orotava que es su vivo retrato.

También estuvo en aquel estudio de arquitectura, años sesenta, Pepe G. Alonso (rip), que entonces confeccionaba la alfombra de la plaza del Ayuntamiento. En la Academia Municipal de Dibujo realizó una magnífica maqueta del Partenón de Atenas. Uno de sus hijos trabajó de ayudante en el referido estudio y ahora es conserje de la Casa de la Cultura orotavense.

También en la plaza del Charco del Puerto de la Cruz, durante el primer lustro de la década de los años sesenta, se exhibió, con regocijo y aprobación popular, la maqueta del edificio que sigue siendo el más alto de la ciudad, el edificio Belair. La maqueta tenía la piscina en medio de tres cuerpos de edificación, de diez plantas de altura. Luego sólo se construyó uno y la torre de 23 pisos que aún ¿luce? impertérrita junto a la Punta de la Carretera.

El pasado viernes 4 de diciembre, en una amplia y céntrica sala, se abrió una exposición de maquetas del amigo Pepe García Hernandez, cuyos motivos son algunas de las casonas que dan idiosincrasia y carisma a La Villa, aderezadas con escenas campesinas como la vendimia, el tejer de los calados, la cestería, el hierro, la madera y también la construcción de pajares, con su escrupulosa realización tanto en las maquetas como en la realidad. Y objetos detallistas como un falsete, para capturar pajarillos.

El día de la inauguración estuvieron presentes algunos destacados munícipes, entre ellos Narciso Pérez (Urbanismo) y Francisco Linares (Cultura), que de ambas cosas en consunción tiene esta exquisita muestra. Dijeron sendas palabras y, en medio, el artífice Pepe García se emocionó e incluso en la moviola (repetición) no pudo rematar bien su pequeña disertación de agradecimiento. Un hombre tan ensimismado, que vive sus interioridades artísticas tan intensamente, puede caer en estos fallos de dicción sin importancia. Cosa baladí. Una nimiedad comparada con su impresionante obra. Enhorabuena.

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