martes, 5 de enero de 2010

ARCHIPIÉLAGO GULAG,

CAMUS Y BOÉTIE

ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara
¿Quién soy yo para recomendar a nadie que lea un libro, o dos, o todos los libros que están por escribirse? Pido perdón por mi osadía. Hace medio siglo que Albert Camus nos dejó. Un cochino y abrupto accidente nos impidió seguir disfrutando con su obra.

Francés y argelino; ¿qué digo?, Camus era universal. ¡Es universal!

Si no han leído algunas de sus obras, les recomiendo “La peste”. Disfruten con ella. Sobre todo, háganse amigo del protagonista. Un luchador. Incansable. La Peste es tangible porque ha llegado a la ciudad, pero es también es porque la asfixia política se cuela por todos los rincones.

Encontrarán analogías. ¿Quién es el doctor Rieux? Yo no. Yo soy un cobarde, un acomodado parásito que se niega a seguir luchando, un desperdicio que tira la toalla y se rinde ante el silencio, el conformismo y la indiferencia del ser humano.

Leyendo, es el caso, a Gabriel Albiac en el ABC del lunes 4 de enero, encuentro una referencia a un tal Étienne de la Boétie, autor del mil quinientos, o por ahí.

De muy joven, ese de la Boétie dejó escrito, “lo único que los hombres no desean es la libertad, y no por otra razón que ésta: porque, si la deseasen, la obtendrían”. Uf, brutal.

Y es verdad, el hombre no quiere la libertad. ¿Acaso es libertad ir a votar?

La peste de Camus no ha dejado de correr por nuestras calles. Universalmente. Y la libertad sigue sin ser descubierta, ni siquiera soñada.

“¿Es eso, acaso, vivir feliz? ¿Es eso, acaso, vivir?” Las dos preguntas las formula Boétie, al que yo desconocía y ya procuro encontrar por cualquier sitio. Vivo o muerto. Real o no. Pero sé que es libre. ¡Cuánto le envidio! ¿Usted no?

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