jueves, 21 de enero de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

A LA MUJER CANARIA AUSENTE
ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Sin poder dominar a mi mente se me escapa por la ruta de los recuerdos en ese peregrinar suyo, a través del tiempo, sin respetar fronteras, ni calcular distancias, hasta llegar a donde los deseos están (en los caminos) evocados tantas veces, y donde el sentimiento echó raíces humanas "cachitos de alma" y llegaron al corazón de esa tierra venezolana.

Mientras galopan mis sueños con el desenfreno de la ilusión, me adelanto afanosamente y dirijo mis pasos allende... Hoy siento una extraña y a la vez deliciosa nostalgia. Como la sintiera muchas veces por esta tierra canaria cuando estaba allá. ¿Quién no ha sentido esa "morriña" alguna vez? ¡Eso es amor! Recuerdo que era una angustia así, que arranca desde las mismas entrañas queriendo liberar el alma. Nostalgia por las cosas que vemos alejarse, huyendo del alcance de nuestras manos, lejos a veces hasta para el pensamiento atrofiado por los años y los avatares de la vida, sin la lucidez de la juventud que transparenta los horizontes de todas esas cosas que imaginamos... ¡Han pasado tantos años! Y aún parece que fue ayer. ¡Cómo ciento que mi corazón no envejece!, que sigue estando ilusionado, cuando vuelven aparecer en mi mente la grata visión de aquellas vivencias en mi lindo Barquisimeto. Si hasta parece que oyera su bulla, su gente envuelta en el continuo crepitar de sus alegres sones tropicales con sabor a frutas, al mango, a piña y las guayabas. Y siento el calor de su cielo encendido cuando la tarde se va... Sus brisas suaves que llevan consigo las cadencias de mil sueños y los despertares risueños, de mil locos trovadores noctámbulos, hasta las somnolientas estrellas que arriba nos acechan inquietas y resplandecientes... Y a los amigos de antaño y tantos seres queridos repartidos por esos añorados lugares. También la señorial Caracas, cuna de ilustres y casa de todos... También la evoco en mis nostálgicos sueños, mucho. Son vivencias perecederas que nos alimentan espiritualmente.

Cuando yo hablo de Venezuela no caben en mi mente la cantidad de vivencias que se me agolpan y han estado esperando pacientemente que siempre pueda mentarlas... Por eso diré que fui afortunado, al menos así lo entiendo y he pensado reiteradamente que eso Dios lo sabe y a EL se lo debo.

Montañas alejadas días y más días de la civilización, primero hasta donde llegaran los jeeps todo terreno, luego cabalgando monte arriba, con un equipo extraordinario de compañeros de trabajo y nuestro jefe médico, hijo del Puerto de la Cruz y querido por tanta gente de canarias (aquí y allá) el Dr. Felipe Hernández Hernández, recientemente fallecido; y hasta que yo regresé, el cerebrito (porque era inteligente desde la cuna…) Lorenzo Abreu González, igualmente hijo del Puerto de la Cruz y de muy nobles sentimientos y un carácter regio.

Cuando voy a pasear por el muelle pesquero de nuestra ciudad, me gusta caminar a todo lo largo suyo, hasta el final y luego volver. Y no puedo olvidar, mirando a la vieja casona que fuera La Casa de la Real Aduana y donde vivieron primero mis abuelos, luego mi tío Luis Herreros Peña con toda su familia, imagínense lo que para mí representa ese "cachito " de mi querido pueblo.

Felipe, esposo de Esther, (una de mis primas, encantadora criatura, verdad), en vida fue un hombre ejemplar, en todo el sentido de la palabra. Con su óbito los larenses perdieron al médico y amigo más entregado, en cuerpo y alma, a sus pacientes, doy fe de lo que digo, que muchos años trabajamos juntos y esas conductas no pasan desapercibidas. En el Ministerio de Sanidad también le echan mucho de menos.

Yo era entonces un muchacho y fue allí, en esa hermosa casa de la Real Aduana, donde se forjó en mi mente y en el corazón, la idea de ganar el horizonte alguna vez, buscando la gran aventura de mi vida.

Parece que les veo asomadas en las amplias ventanas y en los vetustos balcones llenos de historia (y tantos recuerdos familiares) Hasta, a veces presiento que me llaman desde allí, cuando paso de largo. Indescriptible es la sensación que siento en esos momentos. Solo puedo decir que se revuelcan dentro de mi pecho (ya no sólo en la mente), aquí adentro, junto con los latidos de mi corazón, como una sutil letanía los más gratos recuerdos, vivencias enternecedoras que me hacen al evocarlas, tremendamente feliz si de todos ellos me acuerdo.

A mis tíos les recuerdo y me parece estarles viendo, a ella le debo mi espíritu aventurero de aquella época "me llenó la cabeza de ilusiones". Porque ahí estaba el mar -me decía- allá el horizonte, detrás de él está América.

- Tía Juanita, por si me oyeras desde la Morada de Dios, permíteme evocarte. Recuerdo que nos fuimos, hoy hace unos cincuenta años (más o menos). ¡Mereces un monumento! Recuerdo que ibas ilusionada a dar con los tuyos…

Tu pueblo no te olvida "Juanita", todos estamos celebrando este encuentro del que me hago portavoz, con la inestimable ayuda de nuestro periódico digital. Lo hago con el recuerdo y mi humilde pluma, que a mi alma está arrancando y ofreciéndote el cariño de tu gente con palabras sentidas y llenas de amor

Déjame echar una mirada al Teide hoy cubierto de nieve. Déjame darle el calor de tus besos... Déjame decirle, que a pasar de los años y la distancia que les separa, tú le conservas en tu alma, donde le anidas con devoción canaria.

Juanita, tu gente no te olvida, ni a ti, ni a ninguno de los tuyos.-
Cierto es que la mente no descansa, ella busca donde ir, esta vez me llevó de acá para allá y de allá para acá, de una orilla a la otra. Seguramente a muchas personas, por no decir a todos, les ocurre lo mismo. ¡Cuando menos lo esperamos estamos tan lejos!..

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