viernes, 1 de enero de 2010

LOS REALEJOS AL DÍA,

¿QUEDA GENTE SOLIDARIA Y TOLERANTE?

ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez

En estos tiempos en que vivimos, hasta la tolerancia y la solidaridad pierde credibilidad, y si no, veamos lo que nos dicen los políticos, y creo que también notamos en algunos medios de comunicación este fallo que no sé a que se debe, pero ahí está y todos lo notamos, sin lugar a dudas.

Que pena que hayamos perdido el sentido común o de la responsabilidad en pleno siglo XXI. Y cuando estos sentimientos se pierden, es que algo fundamental no funciona adecuadamente.

Ya hemos dicho en otras ocasiones que contra la violencia de género tolerancia cero, pero no basta con esta afirmación aunque tiene mucho valor. El hombre ha perdido sus propios sentimientos y la solidaridad, sobre todo, los políticos poco austeros.

El mundo sigue girando sobre su propio eje, pero el hombre no cumple con sus compromisos ante una sociedad caprichosa y vanidosa que en su mayoría pretende dominar todo lo creado.

Los sentimientos se pierden, el poder empobrece a los más pobres y la falta del civismo impera en ellos como si se tratara de dejar bajo los pies de los caballos a los que sufren la singnosis del abandono callejero.

Y ante tantas dificultades que se alimentan en el corazón de los más débiles, tenemos que ser ante todo, solidarios y tolerantes.

Ojala el Año Nuevo, nos repare esa confianza con quienes tanto daño reciben a diario en calles y plazas. Hombres y mujeres que duermen bajo los árboles, y que buscan protegerse del inmenso frío del invierno ya presente.

Y mientras vemos atónitos escenas como las expuestas aquí, los políticos alzan la copa de champán como si de un valioso trofeo se tratara, importándoles un pimiento aquel mendigo que busca entre las piedras del camino, las migajas que los pájaros dejan caer de sus nidos.

Todo esto no viene a la memoria, cuando vemos a tantas personas que pasan hambre, donde los medios de comunicación social parecen no prestarle la atención adecuada, y denunciar la apatía de tanto político desconsiderado y gandul que no sabe cumplir con sus obligaciones y darlas a conocer, buscándole el adecuado remedio.

La tolerancia y la solidaridad en cosos como estos pierde sentido en la mente de quienes tienen el deber moral de evitar este mal mayor que asota a una gran parte de esta sociedad consagrada a perder los valores del ser humano.

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