Devorador de Pecados
ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara
Ya ni siquiera El País acude a socorrer a Zapatero. ¡Maldito! El impulsor del buenismo, el máximo exponente del optimismo antropológico, se queda solo. No ante el peligro, no, en realidad se queda solo ante sí mismo. ¡Aterrador!
Algún colaborador ha ordenado que le pongan delante un espejo. Cómica la cara, perdida la vista, truncado el corazón, exiliada la cabeza. Zapatero pide a gritos un devorador de pecados. Ese devorador de pecados juega a ser Dios en la Tierra. ¿Rubalcaba?
España se desmorona. No es alarmismo. Es lo que hay. Dejemos a un lado la herramienta del buen opinador. Esto se acaba. Gobierno y oposición, o sea, los políticos, han culminado el trabajo de destrucción de una vieja nación. Hoy le toca a la economía, pero ayer fue la educación, la justicia, la defensa, la cultura, el territorio.
En pocos años, -pocos son los años de basura política que hemos experimentamos-, la España acomodaticia, farfullera y bañada en oro, se ha descalabrado ante la risa unánime de sus vecinos, enemigos y amigos radicales de constante soborno en la boca.
Un rápido vistazo a la prensa nacional e internacional, y el españolito de a pie descubre que las urnas ya no sirven. ¡Bisutería! Este desaguisado no se soluciona con un Rajoy envalentonado. El PP es un morlaco. Uno más. Mayorales que nos conducen hacia el precipicio.
No sé dónde está la solución. ¿A lo mejor en no leer los periódicos? ¿Está esa bendita solución en la arbórea persecución de ocasionales y fortuitos encuentros con líderes mundiales? ¿En qué rastrillo apalanca sus enseres el césar de andar por casa? ¿A la sombra de que arbusto o decorado de cartón piedra construye sus quimeras?
ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara
Ya ni siquiera El País acude a socorrer a Zapatero. ¡Maldito! El impulsor del buenismo, el máximo exponente del optimismo antropológico, se queda solo. No ante el peligro, no, en realidad se queda solo ante sí mismo. ¡Aterrador!
Algún colaborador ha ordenado que le pongan delante un espejo. Cómica la cara, perdida la vista, truncado el corazón, exiliada la cabeza. Zapatero pide a gritos un devorador de pecados. Ese devorador de pecados juega a ser Dios en la Tierra. ¿Rubalcaba?
España se desmorona. No es alarmismo. Es lo que hay. Dejemos a un lado la herramienta del buen opinador. Esto se acaba. Gobierno y oposición, o sea, los políticos, han culminado el trabajo de destrucción de una vieja nación. Hoy le toca a la economía, pero ayer fue la educación, la justicia, la defensa, la cultura, el territorio.
En pocos años, -pocos son los años de basura política que hemos experimentamos-, la España acomodaticia, farfullera y bañada en oro, se ha descalabrado ante la risa unánime de sus vecinos, enemigos y amigos radicales de constante soborno en la boca.
Un rápido vistazo a la prensa nacional e internacional, y el españolito de a pie descubre que las urnas ya no sirven. ¡Bisutería! Este desaguisado no se soluciona con un Rajoy envalentonado. El PP es un morlaco. Uno más. Mayorales que nos conducen hacia el precipicio.
No sé dónde está la solución. ¿A lo mejor en no leer los periódicos? ¿Está esa bendita solución en la arbórea persecución de ocasionales y fortuitos encuentros con líderes mundiales? ¿En qué rastrillo apalanca sus enseres el césar de andar por casa? ¿A la sombra de que arbusto o decorado de cartón piedra construye sus quimeras?
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