sábado, 13 de febrero de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

LA OTRA CARA DE LA CIUDAD ALEGRE

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Días pasados fui a ver las obras que se efectúan en el litoral de Martiánez y sufrí tal desencanto, que fue imposible resignarme y no he conseguido aceptarlo. Aquello es denigrante; y no es necesario ser un “entendido” en el tema, para poder opinar. Nuestra acogedora playa nos la cambiaron por algo sin sentido ni comodidad alguna. Aún no están los trabajos terminados, pero recomiendo a quienes no han visto el actual panorama, que desistan si pensaban ir a verlo. Ojalá que cuando terminen las obras de “modernización” nos lleguen a convencer, cosa que dudo, sinceramente. No hay aparcamientos gratis para los coches, eso era de esperar.

Uno recuerda cómo era nuestra añorada Playa de Martiánez y su entorno; y la verdad es que nunca vamos acostumbrarnos a cuántos cambios quieran hacerle. Y cuánto dinero se han gastado queriendo mejorar su fisonomía estética.

Recordemos aquellos éxodos domingueros que venían al Puerto de la Cruz a pasear frente al mar, viendo batirse las olas contra los acantilados y subir por la negra arena de su suelo la espuma blanca, e ir de nuevo de regreso al mar... Familias agrupadas en torno a una discreta sombrilla, o la acogedora caseta hecha con cañas y una sábana blanca... Aquellas tardes de verano, sospecho que no volveremos a disfrutarlas, ni las generaciones venideras, a gozar del disfrute del ambiente confortable de aquellos días que con tanta nostalgia recordamos

Acabaron con la Playa de Martiánez, eso es evidente, la sepultaron.

Las personas mayores y no tan mayores, si van en coche, no ven el mar, aquello ya no es nuestra playa. No hay donde estacionar, todo es zona azul (ocupada día y noche por los coches de alquiler), cuando no vados y reservados, en fin, puro negocio y nada más. La verdad es, ir a Martiánez es un verdadero sacrificio, y lo que es peor, las gentes se van con el desconsuelo de no haber podido ver el mar de nuestro atractivo litoral. Mejor la hubieran dejado como estaba, mucho se lo estuviéramos agradeciendo, sobre todo las personas entradas en años, con problemas de movilidad y otros defectos patológicos, a quienes tanto bien les hizo en su día. Ahora, todo aquello parece un desierto, sin gente, ni aquel ambiente alegre y saludable. Todo eso acabó, ahora aquello es una barranquera todos los días del año, el gran negocio sigue siendo el Lago de Martiánez y lo demás no cuenta...

El haber menos tránsito de personas por el lugar, se presta más fácilmente a fomentar el hampa o gamberrismo, que por cierto a veces campa a sus anchas, o puede llegar a suceder, inesperadamente, si sólo hay paseando unas pocas personas. Se entiende, ¿verdad?

Tengo sospechas que van a peatonizar la Avenida Colón, que van hacer no sé cuántas reformas más, ya está peatonizada, aunque siempre hay tráfico, como es natural. Me imagino que a los hoteles del lugar le darán un toquecito estético; y del Edificio “IDER” ¿qué? Se normalizará de una santa vez. Ah, se me olvidaba decir, que me preocupa, a simple vista está, ver lo angosta que dejaron la salida o desagüe, en caso de lluvias torrenciales, del barranco al llegar a la playa de Martiánez. Hasta he pensado que podría desbordar su caudal de agua y lodo, si la lluvia arrastra todo cuanto encuentra abandonado en su cauce, el contenido buscaría por donde salir y nada de particular tendría que rompiera por la plaza y siguiera por la calle Calvo Sotelo (calle La Hoya) hasta la bahía de San Telmo.

Mi puertito... ¡Cómo está nuestro Puerto de la Cruz! Cuántas manos lo han manoseado sin conciencia ciudadana, sin respetar nuestro patrimonio urbanístico. Cuántos desperfectos remendados dejan ver las huellas de la desidia... Nos han manejado a su antojo algunos políticos incompetentes, siempre amparados en sus respectivos cargos, y “han hecho y deshecho” lo que han querido, obcecados por la intransigencia y la falta de civismo. El alma se nos cae a los pies, cuando recordamos aquel encantador Puerto de la Cruz, solar de encuentros inolvidables que nunca más podremos rescatar por más que nos esforcemos. El daño está hecho, sólo valdría respetar los pequeños resquicios de aquellas épocas románticas, que aún quedan, como testimonio histórico insoslayable.

Resumiendo mis naturales consideraciones, debo añadir, para terminar, que no se trata de contravenir decisiones ya tomadas y la ejecución de los proyectos - algunos manipulados - que en su día se aprobaron en Plenos; me quejo de las partes que me duelen y creo estar en mi derecho, al poder manifestarme como lo siento.

Abandoné la zona de Martiánez, descorazonado. Y, a cuantos saludaba en el trayecto, mientras huía del “desastre”, a los más conocidos le preguntaba: ¿Qué les parece señores, lo que han hecho con nuestra playa? Todos coincidieron conmigo: << ¡Qué lástima!>> Parece hecho a propósito para molestarnos aún más... ¿De quién habrá sido la idea? Ay, Cesar Manrique, qué falta nos haces, tú sí que eras inteligente y amabas a nuestro pueblo. Mereces el lugar más hermoso en el EDÉN, con los mejores, con los que saben y conocen la sensibilidad y las conveniencias de nuestros sufridos pueblos; las gentes que amaste de verdad. Te seguirán queriendo las futuras generaciones, por ser como fuiste. El Lago de Martiánez es otra cosa; y la Playa Jardín. Recuerdos imperecederos en la memoria de los canarios. Fuiste un elegido de Dios... Y si vienes a mi memoria es porque necesitamos hombres honrados y capacitados artísticamente como tú, para que le pongan remedio a tantos desafueros arquitectónicos y urbanísticos, que quieren desvirtuar la imagen envidiable de nuestras Islas Canarias, desde todo punto de vista. Consideremos al turismo, escrupuloso e inteligente, que está atento a las expectativas, a ver si esto cambia y se arreglan tantos desperfectos urbanísticos, etc. Para volcarse hacia nosotros con garantías absolutas y no sufrir los desengaños a que están acostumbrados. El Puerto de la Cruz puede presumir aún de buenas instalaciones hoteleras, uno de los climas más rico del mundo y sus gentes, los que hemos sabido siempre respetar los sentimientos ajenos y damos lo mejor que tenemos para dejar ese precedente humano que inspira confianza y seguridad.

Sólo necesitamos cuidar lo que tenemos y luchar con coraje por la supervivencia de lo nuestro, para compartirlo con ilusión, con los que quieran saber de nosotros y conocernos mejor.

PD. Algunos años han transcurrido después de haber escrito esta crónica sentimental, hoy he vuelto a pasar por ese lugar, conteniendo mi lógico enfado, sinceramente desilusionado al ver que todo sigue igual, nadie ha movido un dedo… En varias ocasiones he pensado que se trata de una burla, una descarada tomadura de pelo. Nadie se mueve. Mucho bla… bla… bla… y a la hora de la verdad nada de nada. Nos han estado entreteniendo con otras obras de infraestructuras distintas, con los pleitos políticos y tantas minucias más, ahora, como arma disuasoria para el pueblo, surge el vergonzoso asunto del muelle deportivo y pesquero. Y los años pasan, y uno se hace cada día más viejo y no tenemos motivos para estar contentos, miserablemente nos han estado tomando el pelo. Yo sé lo que pasa, otro día que esté de mejor humor escribiré sobre tan aburrido tema,,, Aquí, en nuestro sufrido pueblo, los importantes proyectos duran mientras se discuten de treinta y cinco a cincuenta años para verlos realizados. Algunos duran más tiempo. Los políticos son los que mandan, toda la vida. Lo que idean los primeros, los segundos lo echan abajo, así sucesivamente. Somos un pueblo de anacrónicas políticas. Temo que de seguir así moriremos lapidados y sin darnos cuenta. Se está viendo, no miren para el otro lado, aquellos tal vez lo hagan mejor, “trabajando por el bien común” respetando los sentimientos de cada cual y preocupándose con honestidad de los verdaderos problemas de sus contribuyentes.

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