martes, 16 de febrero de 2010

VILLEROS ILUSTRES,

LOS INDIANOS, CARNAVAL DE SANTA CRUZ DE LA PALMA
ARTÍCULO DE: Bruno Juan Álvarez Abréu

Festividad que se celebra el lunes de carnaval, en Santa Cruz de La Palma. La comitiva parte desde la Avenida de Los Indianos hasta la Plaza de la Alameda, a ritmo de sones cubanos, en medio de una batalla campal de polvos de talco. El único requisito es ir vestido de impoluto blanco de los pies a la cabeza.

Los indianos (el término proviene de "los que emigraron a Las Indias", tierras americanas) son aquellos emigrantes retornados de Cuba, que a su llegada hacían alarde y ostentación de la riqueza obtenida en aquellas tierras.

HISTORIA

Esta tradición se inició en el siglo XIX a partir de los festejos que se celebran con la llegada al puerto de los barcos desde Cuba y Latinoamérica. Se llamaban "indianos" a los isleños que habían emigrado y volvían a la isla presumiendo de riquezas e historias de prosperidad.

La batalla de los polvos de talco, según la creencia popular tiene su origen durante el siglo XIX, cuando un barco deja en puerto un cargamento de harina en mal estado, convirtiéndose en elemento de diversión del carnaval que en esas fechas se celebraba. Esta creencia fue desechada pues se han hallado documentos del siglo XVII que hablan de "empolvarse" el Lunes de Carnaval. Se cree que es una costumbre heredada de los rituales ñáñigos cubanos de blanquearse la piel.

Desde comienzos del siglo XX esta tradición fue reprimida por las autoridades, puesto que según ordenanzas de la época "alteraban en demasía el orden público". A partir de la segunda mitad del siglo comenzó a recuperarse con fuerza esta tradición, sustituyendo la harina original por talco.
En los años sesenta del siglo XX, un grupo de amigos, entre ellos Alfredo Pérez Díaz, los hermanos Yolanda, Gonzalo y Manuel Cabrera Santos y Estela Sánchez Cabrera, esposa de este último, todos ellos grandes enamorados del carnaval y la parranda, decidieron parodiar al emigrante que vuelve de hacer Las Américas. El Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma agradeció su contribución al carnaval con un sencillo homenaje celebrado en 2003.

Ambos ingredientes (los polvos de talco y la parodia del Indiano arrogante y elegantemente vestido, preferiblemente de blanco riguroso) se unieron de forma espontánea y genuina en la década de los 80, dando lugar a la fiesta tal y como se celebra hoy en día.

Debido a la polémica que trae la celebración por parte del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de un acto denominado "Los Indianos de Triana" (o Pasacalle de Carnaval Tradicional en la Calle Mayor de Triana), el lunes 23 de febrero de 2009, el pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, se reúne en asamblea con carácter extraordinario, en la que todos sus concejales, ataviados con la característica indumentaria blanca que define la jornada de Los Indianos, procedieron a la lectura de una declaración institucional en la que se ha defendido la "indisoluble vinculación de la fiesta de Los Indianos con Santa Cruz de La Palma": "...con objeto de asegurar la protección del Desembarco de los Indianos en el futuro, este Ayuntamiento acuerda promover su declaración como Fiesta de Interés Turístico Regional, Fiesta de Interés Turístico Nacional y Fiesta de Interés Turístico Internacional"; "reuniendo la mencionada cita festiva no pocos valores históricos y etnográficos identitarios del carácter palmero, se acuerda solicitar también la declaración de Los Indianos Bien de Interés Cultural, fortaleciendo así su entidad en el ámbito del patrimonio y la cultura"

La declaración institucional señala igualmente que el Desembarco de los Indianos sintetiza una de las parcelas más relevantes de la historia cultural de Santa Cruz de La Palma, y que esta fiesta nace de los estrechos vínculos culturales y afectivos que unen la Isla de La Palma con Cuba debido especialmente a los fenómenos migratorios que han tenido lugar en ambos sentidos durante siglos.

TRADICIONES Y VESTIMENTA
La vestimenta tradicional para esta festividad consiste en guayabera y pantalones blancos o traje de lino, además de sombrero panameño. Las mujeres pueden vestirse con trajes de época igualmente blancos y sombrilla de encajes, sin faltar por supuesto las alhajas. Un complemento que también suelen llevar los indianos e indianas, son las maletas (también de época, preferiblemente de cuero) que se suponen repletas de dinero y riquezas.

La fiesta comienza desde las primeras horas del día en que ya se pueden ver por la calle personas vestidas de indianos. Oficialmente arranca a las 12:00 de la mañana en el atrio del Ayuntamiento de la ciudad, en un acto conocido como La Espera donde se hace un recibimiento a todos los indianos con música cubana y degustaciones de caña de azúcar, melaza y mojito. Como se puede observar la fiesta tiene un fuerte componente cubano, esto es así porque fue uno de los principales focos de emigración de muchos palmeros, por lo que las dos islas quedaron fuertemente vinculadas.

A media tarde comienza el desfile de indianos desde la ya mencionada Avenida de los Indianos, junto al puerto, hasta la Plaza de La Alameda, donde la fiesta se alargará hasta altas horas de la madrugada. Los indianos portan consigo maletas, baúles, jaulas con animales tropicales y algunos hasta una comitiva de sirvientes de raza negra. Un elemento fundamental también es el puro. Todo esto, claro está, tomado desde el punto de vista que representa esta parodia del indiano rico que regresa a su tierra natal.

La fiesta no está localizada sólo entre estos dos puntos, todo el casco histórico es tomado literalmente por multitudes de indianos que dejan las calles cubiertas del blanco de los polvos de talco. Para hacerse una idea de la magnitud que este festejo repercute en la capital de la isla sólo basta decir que la población de la ciudad pasa de los aproximadamente 20.000 habitantes hasta 50.000 ese día.

ANTECEDENTES

La antigüedad de la celebración de las viejas Carnestolendas en Santa Cruz de La Palma se remonta a los primeros años de colonización castellana, una vez se estabilizó el calendario religioso. Varios días antes del Miércoles de Ceniza —momento en que da comienzo el periodo de Cuaresma, con sus votos de abstinencia y penitencia—, el Carnaval invadía las calles de la ciudad. Entre las referencias más antiguas se halla el acta de Cabildo de 6 de febrero de 1556. Puesto que se acercaban «las Carrestollendas», los regidores insisten en la necesidad de matar las reses y vender la carne cuanto antes, dada la prohibición eclesiástica que pesaba sobre el consumo de carne durante la Cuaresma, inmediata a la fiesta carnavalesca.

GRUPO DE INDIANOS

No deja de ser curiosa la coincidencia de los actos propios de la Bajada de la Virgen de las Nieves —cuando ésta se celebraba en torno al 2 de febrero, fiesta de la Purificación de la Virgen— con el Carnaval. En la edición de 1765, la misma noche de la llegada de la imagen mariana a la iglesia de El Salvador, partió del principio de la Ciudad, una tropa de hombres vestidos de mujeres, con mantos y sayas los más viejos que se hallaron, con fusil al hombro y con ruecas por espadas. Ya esta gentes marchando, desfilados por su orden, pero tan sin orden todo, que iba todo al revés, pues el Capitán marchaba en la retaguardia y el Sargento en la vanguardia; el cajero fuera de su lugar, y por fin todo a la contra de cómo se debía corresponder.

Han sido también muy frecuentes a lo largo de la historia las parrandas de encapuchados y encaretados. En más de una ocasión, estos enmascarados pudieron vengar algún agravio o desdén causado por algún vecino bajo la protección del disfraz y la careta. En tales casos, no siempre los burlados soportaron estoicamente al anónimo burlador. Conscientes de la amenaza que estos «encuentros» suponían para el orden cívico, las autoridades locales dictaron ordenanzas que trataban de regular el comportamiento de unos y otros durante unas noches abiertas a ciertas licencias. El artículo sexto de un bando de buen gobierno de 1874 redactado para estas fiestas prohíbe:

[El] derecho a arrancar el disfraz a ninguna máscara, aunque hubiese ésta incurrido en alguna falta o causa de disgusto. Corresponde únicamente a la autoridad local mandar quitar la careta a la persona que haya causado la ofensa o el desorden de que se acusa.

EL DESEMBARCO DE LOS INDIANOS

En la actualidad, el Carnaval en la ciudad comienza el viernes anterior al Miércoles de Ceniza, prolongándose hasta la noche del sábado y madrugada del domingo siguiente —Domingo de Piñata—, con un programa variado en el que no faltan una apertura con desfile infantil, las tradicionales verbenas en la calle, los bailes nocturnos en las sociedades de recreo —Real Nuevo Club Náutico y Casino-La Investigadora—, concurso de disfraces o entierro de la Sardina.

Pero qué duda cabe de que la fama y originalidad del Carnaval de Santa Cruz de La Palma ha sobrepasado las fronteras insulares gracias a las celebraciones que tienen lugar durante el Lunes de Carnaval. Por un día, la ciudad entera revive la llegada de los indianos, nombre con el que se conocía en Canarias desde del Setecientos a los isleños emigrados a América que retornaban a las islas. En la obra anónima La Gran Nivaria triunfante (La Laguna, 2ª mitad del siglo XVIII), leemos:

Había vn Christo mui antiguoen la parroquia del Hierro y vn yndiano hizo a su costa fabricar vn Christo nuevo.

CALLE LLENA DE INDIANOS

La importancia de la emigración palmera a la isla de Cuba dio como resultado esta fiesta, que retrata el arribo al puerto palmero de los emigrantes que hicieron las Américas en la isla caribeña. El significado de la fiesta ha sido expuesto con claridad por la investigadora local Loló Fernández Felipe. Con ella se quiere

conmemorar el «desembarco de los cubanos» que desde el siglo pasado se venía manifestando como una suerte de rito social en el muelle durante el carnaval. En este desfile, tan del gusto barroco decadente, se ironizaba, ridiculizándola por exageración caricaturesca, la figura del nuevo rico, el indiano de éxito que, sin instrucción ni abolengo, encuentra su Potosí en una América que tarde o temprano lo devuelve a sus orígenes.

Durante la jornada, todo en la ciudad recuerda este retorno humano que aportó no pocos elementos americanos a la cultura insular:

1 Indumentaria, en la que destaca como complemento del vestuario masculino el sombrero panameño y las sombrillas de encaje en el femenino. En cuanto al color, parece indiscutible el predominio del blanco y los tonos crema.

2 Agricultura, artesanía, industria y comercio se entrelazan para siempre en la isla a partir del cultivo, elaboración, venta y consumo del tabaco. Una historia que comienza con la llegada de las primeras semillas de la planta y que hoy en día constituye uno de los elementos que más y mejor definen la tradición artesana de la isla.

3 Como no hay fiesta sin música, no podían estar ausentes en la herencia cubana en La Palma los ritmos y letras del quehacer musical caribeño: el son —melodía de origen afrocubano difundida a principios del siglo xx por el Trío Matamoros—, la guajira —canción campesina de exaltación a la naturaleza—, la guaracha —con temas humorísticos y de crítica social—, el bolero son —que aborda historias de corte romántico—, el guaguancó —vinculado a la santería y religiosidad de los africanos en Cuba— o la conga —tan frecuente en el cierre de los espectáculos musicales y parrandas de cantadores—. Y junto a las melodías y bailes, los instrumentos de la música tradicional cubana: la marímbula (bajo de origen africubano), el tres cubano (guitarra con tres cuerdas dobles) o la percusión, en la que caben la tumbadora, el bongó, el chéquere, la clave o las maracas; el corazón musical lo integran conjuntamente la guitarra y la flauta.

4 A todo ello hay que añadir un importante patrimonio léxico con el que los palmeros aprenden a nombrar nuevas realidades o a renombrar otras ya conocidas. Del arahuaco —lengua indígena extendida por las Grandes Antillas y el sur americano— son algunas palabras vinculadas al mundo de la agricultura y los vegetales como guataca ‘azada corta para cavar la tierra', guayaba, que en Canarias ha dado guayabo ‘fruto del guayabero' o manigua ‘terreno improductivo'; están presentes en las islas ya en el siglo XVIII maní ‘cacahuete' y tuno ‘higo chumbo'. Otra voz plenamente integrada en el habla insular es el cubanismo guagua ‘autobús', que empieza a datarse en los años 20 del siglo XX.

MULATOS BAILANDO EN EL ATRIO DEL AYUNTAMIENTO

El Lunes de Carnaval amanece de blanco en Santa Cruz de La Palma, feliz metáfora que sintetiza el poder de la risa, el devaneo migratorio y el solar mismo de la memoria histórica. Funcionarios, comerciantes, directores de banca, empresarios y ciudadanos de a pie cuidan hasta el más mínimo detalle de su vestuario, trasladando a este extremo atlántico la vieja Habana. El itinerario festivo comienza a media mañana con La Espera, una concentración de indianos en el atrio de las Casas Consistoriales. Mezcladas con el sabor de la sangría que reparte la Concejalía de Fiestas del Ayuntamiento, se dan cita varias parrandas de cantadores que reviven por un día las más variadas melodías procedentes de la América hispánica, con mayor protagonismo de los ritmos cubanos. A media tarde, un interminable desfile de indianos simula su retorno de América, portando los elementos más característicos de su paso por las Indias Occidentales: baúles, jaulas con loros, cajas de puros habanos, maletas, velillos (los más modestos) y los más acaudalados una corte de esclavos criollos de raza negra. Las comitivas parten del Servicio Náutico (en la avenida de Los Indianos), entran en la calle O'Daly y continúan por Pérez de Brito hasta llegar a la plaza de La Alameda, en la que un gran festival de música tradicional cubana, conocido como Verbena del Desembarco, ameniza la noche hasta bien entrada la madrugada del Martes de Carnaval.

LA NEGRA TOMASA

Fue durante la Exposición Universal de Sevilla (Expo' 92), cuando sale a la luz por primera vez junto a la agrupación musical Cuarto Son (Santa Cruz de La Palma, 1995) la negra Tomasa. El personaje, ideado por el palmero Víctor Lorenzo Díaz Molina (Santa Cruz de La Palma, 1940), apodado Sosó, es recibido desde entonces hacia a las 12 del mediodía en el atrio del Ayuntamiento con el acompañamiento de los ritmos antillanos.

LOS POLVOS DE TALCO

La fiesta de los Indianos no se comprende hoy sin el ingrediente de los polvos de talco que unos a otros esparcen a diestro y siniestro. No es nueva en el Carnaval de la ciudad la costumbre de arrojar a las mascaritas (‘persona con disfraz que llega cubierto el rostro') distintas sustancias a su paso, como agua desde los balcones y ventanas de las casas o huevos llenos de polvos de talco y confeti.

HUEVOS DE TALCO Y CONFETI

Para su elaboración, se hace una pequeña incisión en un extremo oval, de manera que se viertan para su consumo la yema y la clara. Durante una o dos semanas se deja secar el interior. Se rellena de polvos de talco —en su defecto, de harina— y confeti. El agujero se tapa con papel de celofán empapado en poliada o pegamento. Por último se decora a base de dibujos en cera, acrílico o témpera.

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