sábado, 13 de marzo de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

DESCANSE EN PAZ EL ALMA DE JUAN MARRERO GONZÁLEZ

Su triste óbito acaeció a mitad del año 2.002. Como perenne recuerdo

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Muéveme un sentimiento tal de pesar, al saber la trágica noticia de su óbito, que las palabras no dicen cómo lo siento, sólo el silencio que me atenaza al reflexionar sobre ello y pensar en su lamentable pérdida. A la vez, cabe el consuelo de haber tenido la ocasión de conocerle, tratarle como a un buen amigo y saberme correspondido por él.
Me sumo al dolor de sus desconsolados familiares y siento que se haya ido de entre nosotros, dejándonos tremendo vacío.

Juan Marrero González, además de sus excelentes dotes humanas, harto conocidas por todos los que le tratamos, ha dejado para el recuerdo, los frutos cosechados a través de su fructífera vida, como es, su gran bagaje académico. También era escritor de pluma de oro, poeta consumado y cronista aventajado. Sus abundantes trabajos publicados en el Periódico, EL DIA, lo atestigua y de manera espléndida. Hombre experimentado y creyente ejemplar, que supo estar siempre a la altura de las circunstancias, sin desmerecer en nada su voluntad altruista y solidaria. Muchas puertas grandes se abrieron para él y dejó, por los caminos que transitó, una estela de amor indisoluble.

Hombre de gran sensibilidad y caballero de altura, más alto que la copa de un gigantesco pino...

Aún se me hace imposible creerlo. Qué pobres, en estos instantes de aflicción, son mis palabras, aún siendo mis pensamientos tan dadivosos, recordándole... Sólo veo, allá... el ancho horizonte luminiscente, como antes no lo había visto. Como si la tierra y el mar se unieran al Cielo; y en esa deificada ruta, le viera, "sonriéndonos" y brindándonos su adiós postrero, para que no estemos tristes, porque él ve en esa atractiva distancia del más allá, el sendero ilusionado de la paz prometida...

Descanse en la Paz del Señor, el amigo Juan Marrero González, que nos ha dejado a todos, sumidos en esta pesadumbre y abandono.

Pobres son mis palabras, que con ellas no alcanzo a decir todas las cosas bellas y humanas que del amigo Juan, quisiera señalar. ¡Que pequeño se siente uno algunas veces!..

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