jueves, 18 de marzo de 2010

UN NORTEÑO,

DELIBES Y…
ARTÍCULO DE: Evaristo Fuentes

A través de una novela de Miguel Delibes vimos una película impresionante, “Los santos inocentes” (Mario Camus, 1984). Mas hay otra película, “La cinta blanca” (Michael Haneke, 2009), con concomitancias en sus respectivas argumentaciones. “La cinta blanca” se desarrolla en un latifundio, en la Alemania de 1913-14, al comienzo del fascismo y de la Primera Gran Guerra. “Los santos inocentes”, en un latifundio extremeño, durante el cogollo del franquismo, en 1960. La baronesa, en la mansión señorial; la marquesa, en la Casa Grande del cortijo. Una vez al año, ambas reúnen a todos los obreros de la plantación y les brindan una comida especial. Baronesa y marquesa, cada una en su predio, tiempo y lugar y circunstancias, se asoman al balcón o al podio principal y les dan una plática sermoneadora a sus respectivas plebes. Mari Carrillo hizo ese corto papelón en “Los santos inocentes”; en “La cinta blanca” se representa igual escena, hay sermón con atisbos religiosos que convencen a todos… Bueno, no a todos. Allí, en la Alemania de 1914, se detecta el principio del nazismo y surgen los primeros actos de pequeños sabotajes rebeldes, con solapadas venganzas llenas de crueldad, en correspondencia con el mal trato recibido; en la España de 1960 el peonaje agrícola está aun más atrapado, más indefenso. Sólo un orate (Azarías=Paco Rabal) se atreve a saldar cuentas con El Señorito (Iván=Juan Diego), y lo ahorca en un emblemático árbol, en medio de un silencio estridente.

Aquí, en Canarias, también se vivió ese estado miserable de cosas, con presencia de todos los actores: el señor marqués, el señorito, el fiel administrador, el cura protector y consejero, la prole, la clase trabajadora sojuzgada… Miguel Delibes nos legó con su escritura, tantos y tantos renglones oscuros de la infra historia de la España profunda.

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