domingo, 24 de mayo de 2009

DESDE CUBA,

EL MALECÓN Y EL PRADO, SITIOS CITADINOS POR EXCELENCIA

ARTÍCULO DE: Diana Valer

Urbe marinera y más que longeva, la Ciudad de La Habana se ofrece al mundo con sus singularidades que la hacen preferida por muchos, aún antes de conocerla. Posee rincones privilegiados por doquier y muchos constituyen cita obligada. Entre esos sitios se encuentran naturalmente el Malecón, el Paseo del Prado y el Cristo de La Habana, cada uno con la impronta de su originalidad intrínseca. Para todo el que llegue a la capital cubana deviene un incentivo recorrer de punta a punta, los seis kilómetros de la Avenida Antonio Maceo, conocida popularmente por Malecón, en la cual tendrá la oportunidad de contemplar, bordeando el océano y en desafío a las olas, todo un símbolo local.
Construido por tramos desde principios del siglo XX, ha sido siempre lugar de esparcimiento de quienes gustan de respirar la brisa, comentar los últimos acontecimientos de la vida nacional e internacional, o concertar una cita de amor inolvidable, como su escenario cómplice.

Quien transite por esa vía centenaria, no se irá sin admirar el vetusto Castillo de San Salvador de la Punta, donde esta empieza, y al otro lado de la bahía, el de los Tres Reyes del Morro. Ya en ese punto de la geografía citadina aparece otra invitación: dirigirse al Paseo del Prado, motivo de inspiración de poetas y pintores desde su nacimiento en 1772. Antes se llamó indistintamente Alameda de Extramuros, de Isabel II, Paseo Martí, Nuevo Prado y Paseo del Conde Casa Moré. Su extensión es de casi una milla desde el Parque de la Fraternidad hasta el Malecón, frente a La Punta. Fue concebido con anchura para permitir el intercambio de saludos, pasear en quitrines de la época, y recrearse en los jardines cubiertos por frondosos laureles, diseñados a semejanza con el paseo madrileño de similar nombre. Se le dotó de fuentes, monumentos, artísticas farolas con excelente iluminación, bancos de piedra y mármol y piso de terrazo, riqueza que lo hizo uno de los más interesantes de su tipo entre las ciudades americanas.

Hoy conserva la belleza de sus proporciones, la nobleza de sus edificios, algunos restaurados o en proceso, por su importancia histórica y cultural, que lo hacen un ejemplo palpable de transición epocal.

Los impresionantes leones de bronce que lo custodian, fundidos con el metal de los cañones que en un tiempo defendieron la Ciudad de La Habana, son un atractivo para grandes y chicos en esa nota verde citadina, rodeada de comercios, tiendas y los conocidos hoteles Sevilla, Plaza, Inglaterra y Parque Central, a los que se unirán El Telégrafo y el Miramar, ambos en construcción.

Siguiendo por esos alrededores, el viajero puede encontrarse con muchas otras atracciones. Una de ellas se detecta de inmediato en la colina de La Cabaña, como bendiciendo a los curiosos que arriban por mar. Se trata de El Cristo de La Habana, ubicado de frente a la ciudad.

Hasta el próximo artículo, que sean inmensamente felices, y que disfruten de todo el tiempo maravilloso y fantástico. No olviden que tienen una nueva cita en este PERIÓDIO DIGITA DEL VALLE "LA VERA PASO A PASO".

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