lunes, 25 de mayo de 2009

UN PORTUENSE MÁS,

EN LA CAPILLA DE LA VIRGEN DEL CARMEN DEL MUELLE PORTUENSE

ARTÍCULO DE: Agustín Armas Hernández

Terminó el mes de julio, mes a lo largo del cual se celebran las fiestas patronales del Puerto de la Cruz. En honor al Gran Poder de Dios y a la Santísima Virgen del Carmen, como todos sabemos, se organizan numerosos y variados actos, religiosos unos y lúdicos Culturales otros.

Miles de personas, cada año muchas más, se acercaron a la ciudad turística (Puerto de la Cruz) para disfrutar de los festejos programados. Unos vienen atraídos por la fe que le profesan a las sagradas imágenes y otros con la intención de participar en los actos lúdicos o simplemente a pasear o curiosear. Muchos atractivos tienen el Puerto de la Cruz para ello.

Dos días al año le son gratos a los portuenses: el domingo en que se celebra la festividad del Gran Poder de Dios, y el martes dedicado a la Virgen del Carmen con su embarque y el paseo marítimo terrestre.

Los ciudadanos del Puerto de la Cruz nos sentimos muy orgullosos y contentos al contemplar la multitud de personas que con motivo de las fiestas patronales nos visitan. Vienen de todos los pueblos de la isla e' incluso allende los mares (del resto de las islas Canarias y, también, extranjeros que pensando en sus vacaciones eligen el mes de julio para poder participar con nosotros en las fiestas).

¡Qué bonitos y solemnes estuvieron este año los actos litúrgicos dedicados al Gran Poder de Dios!' La procesión fue de un recogimiento y silencio extraordinariamente admirable. Solo el sonido de las tracas y ruedas de fuego al Gran Poder de Dios ofrecidas, rompían el silencio y la quietud de la noche. Miríada de cohetes y cascadas luminosas subían y bajaban explosionando e iluminando con profusión de lindos colores el espacio portuense.

¡No pasa nada, la Virgen está embarcada! Con esta exclamación jubilosa, cada año más arraigada, se expresaban eufóricos los jóvenes pescadores portuenses al terminar de subir a la lancha a la Virgen del Carmen. Miles de personas, unas treinta y tres mil, venidos de afuera se unen a esta gran alegría que broma espontáneamente del corazón de todos los ranilleros. Ver a su patrona y "Reina de los Mares" entronizada en la barca, y sin que pase nada, es de una gran alegria para ellos, y respiro de alivio para todos los que contemplan el embarque en la inestable y balanceante lancha.

Tenemos que coincidir, este año, con el satisfecho y entusiasta Juan Carlos Marrero (concejal delegado de las fiestas del Puerto de la Cruz) al decir que: "el comportamiento de los cargadores de la Virgen del Carmen fue ejemplar y correcto". Mucho mejor que el año anterior, sin duda alguna. Pero mucho nos queda en general, para que nuestras fiestas patronales vuelvan a ser o parecerse a las que antaño fueron y se hicieron.

Ejemplo de espiritualidad y respeto en los actos litúrgicos. Se traían invitados a la iglesia matriz de la Peña de Francia a los mejores oradores sagrados conocidos, que con su santa y docta palabra conmovían las entrañas de los fieles creyentes.

Actuaban por calles y plazas de la localidad (antaño pueblo, hoy opulenta ciudad) las mejores bandas de música de la isla: la del Regimiento de Infantería de Tenerife que solía acompañar al Gran Poder en su procesión, la de Arafo, Santa Cruz de Tenerife, Orotava, Realejos, etc. Eran fiestas ofrecidas al Gran Poder de Dios y a la Virgen del Carmen. Por lo tanto, sobresalía tanto la solemnidad litúrgica-religiosa como las funciones artísticas-culturales. Se introducían y toleraban actuaciones lúdicas, pero imperaba y sobresalía lo religioso y artístico. A los Santos Patronos se les ofrecía lo mejor precisamente porque de ellos nos viene lo mejor...

Si al acto de la tarde (embarque y procesión de la Virgen del Carmen) asiste mucha gente, no muchos menos concurren en la mañana de ese mismo día a la misa que en la capilla del muelle pesquero se le ofrece a la Santísima Virgen del Carmen, allí ubicada. ¿Qué les atrae? Puesto que cada año vienen a la misa muchas más personas. Sin duda alguna, la fe y el amor que le tienen a la Virgen del Carmelo. Pero también la curiosidad y la novelería. Mucho tiene que ver la dicha curiosidad y novelería con el recitar poético que al terminar la función religiosa se le ofrece a la Virgen. En la actuación que resulta ser espontánea, no organizada, suelen participar buenos poetas y populares rapsodas, estos últimos casi siempre pescadores y pescaderas que con su simpatía y labia hacen la delicia de los que ahí acuden. Participa todo el que quiera y se sienta inspirado. Se aplaude lo sobresaliente y lo que no lo es tanto, actúan personas versadas y otras de bajo nivel literario. Se aprecia y se perdona también, como solemos hacerlo los nobles y buenos ranilleros. Y al final, todos alegres y contentos por haber participado en la eucaristía y el recitar poético en honor y por amor a la "Reina y Estrella de los Mares".

Señor Marrero, concejal de fiestas, sugiero quitar la paja y dejar el trigo, más solemnidad en lo religioso, belleza en lo artístico y amplitud y calidad en lo cultural. Aunque para ello tenga que eliminar algunos actos lúdicos que no concuerdan ni vienen al caso. Lo valoraríamos mucho y le felicitaríamos por ello. Que las fiestas de julio de nuestro pueblo vuelvan a ser lo que fueron, está en sus manos y en la de sus colaboradores.

Un caso que tendríamos que corregir para el próximo año sería, por anómalo, el siguiente: no abrir la caseta al público donde se sirven los desayunos (chocolate y churros) hasta que terminara totalmente el acto que, en la explanada del muelle, se le ofrece a la Virgen del Carmen. No solamente la misa sino, al igual, el recitar poético. Acabadas las dos funciones sírvase a los convidados. No antes, pues el ruido de sillas y personas hablando y en movimiento entorpece el empiezo y concentración de los bates que se disponen, terminada la misa, a actuar.

Por otra parte, aprovecho la oportunidad que me ofrece el periódico "El Día", para felicitarle por los actos festejos que han mejorado mucho, sobretodo en las exhibiciones pirotécnicas, y a la Hermandad del Gran Poder de Dios por la procesión tan ordenada. Además, al señor cura párroco que tanto tiene que sufrir por mantener el orden y el silencio en la iglesia. ¡Felicidades a todos!

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