jueves, 4 de junio de 2009

ANGELOS,

EL VOTO

ARTÍCULO DE: Ciudadanos por la Constitución

El voto

Las primeras democracias eran asamblearias. Superada la ley del más fuerte, propia de los animales, se trocó por la ley de los que se unen para sobrevivir, naciendo las sociedades. Y al tiempo que estas, los primeros núcleos urbanos. No siendo muy grandes, no era necesario tener representantes: cada cual hablaba en su propio nombre. Pensando en el bien de la naciente sociedad, acechada por multitud de peligros. Sin embargo, esta evolución no fue tan lineal ni tan clara. Hubo protosociedades que siguieron otros caminos y este “Comentario” no pretende ser un Tratado sobre el Neolítico.

A medida que las sociedades y las ciudades que las albergaban crecían, los riesgos eran más vagos y “manejables”. Las asambleas podían ser un barullo ininteligible y nació el político, que comparte raíz con la palabra griega “polis”: aquel que representa un grupo de personas con sentimientos e intereses comunes. El alejamiento del ciudadano respecto a las decisiones que le afectaban estaba servido porque “otros”, que “sabían”, hacían y decidían por él, tanto “sabían” que sólo era consultado cada cierto tiempo. Como ahora.

Y cada cierto tiempo, coincidiendo con los comicios, el político se percataba de la importancia del voto e intentaba atraérselo con promesas, dádivas o la compra directa, que ha existido desde siempre. El voto de una persona, por sí mismo, suele ser despreciado, lo mismo que las gotas de agua. Y lo mismo que las gotas, que si se fusionan pueden formar océanos, así se comportan los sufragios: la suma de ellos puede tener una trascendencia formidable.

El próximo domingo hay elecciones para elegir los representantes españoles (o jaujeños) en el parlamento europeo. No recordaré mi opinión sobre esta Europa (sin mayúsculas, ver http://aplicacionespanola.blogspot.com/2007/10/europa-o-europa.html), corta de miras, castrada, lastrada, una jaula de grillos manejada por una casta burocrática pagada a precio de oro y tan opaca como una pared de ese precioso metal. Ni siquiera los políticos que sufrimos creen en ese organismo, porque todos los asuntos que se echan en cara los partidos mayoritarios pertenecen a la política doméstica. Sobre Europa, la que se debería construir, un espeso manto de juegos florales o de silencio. Los siniestros plantean estas elecciones como un plebiscito sobre su “indiscutible y carismático líder”, y los “herederos” han recogido el guante para echar toda la carne en el asador y decir que le han derrotado, si es que lo logran. Y eso es lo único que les importa a ambos. Conseguir un resultado que les permita agarrarse a un clavo ardiendo.

Me han pedido con reiteración que me implique. Como no creo que se hayan puesto de acuerdo todos los remitentes de esos correos, recojo el guante. Y como en los duelos, elegiré yo el arma: no diré públicamente a quien votaré porque considero que el español (no el jaujeño, ojo) es lo suficientemente mayorcito y responsable para saber lo que es mejor para su Nación y yo no soy quien para alterar (no lo intentaré) el sentido de su voto. Pero sí que voy a descartar.

Evidentemente, no votaré a ningún partido siniestro (la amalgama de siglas repartidas entre la traición y la izquierda bajo inspiración masona). Aunque hay algún partido de la izquierda que sí puedo considerarlo leal ha la Nación y que comparte la defensa de la Vida, no daré una pirueta en el vacío votándolo: otras cuestiones, como su ateísmo o republicanismo nos separan, pero tienen mi respeto y les veo como compañeros de trinchera bajo la rojigualda que también hacen suya.

No votaré al partido de Rosa Díez porque su laicismo me parece agresivo y porque no comparten la defensa de los Valores que promueve la Derecha social. Al fin y al cabo es una formación de izquierda, moderada al día de hoy, pero no sé por cuanto tiempo, ni su futura evolución en una izquierda monopolizada por los siniestros. Ojalá aguanten como izquierda nacional, al margen de tricolores preconstitucionales (que esa bandera sí que lo es), pero no soy optimista. Muy cerca tienen un “agujero negro” (bien negro) que se traga todo.

No votaré caprichos de millonario porque no me merecen crédito alguno. Me parece una iniciativa muy respetable pero con un problema: en política, como en todo, lo primero son los Principios, los recursos se buscan. Si lo que sobran son estos, las Convicciones serán acomodaticias, más que nada porque el dinero es cobarde y tan mal director como excelente operario.

No votaré a Rajoy ni a Gallardón, porque el pp., hoy, se basa en estos dos políticos. Ya dije que no volvería a votar a este partido mientras ellos estuvieran en su cúpula, y soy persona de palabra. Si la empeño, la cumplo. En este caso sin ningún esfuerzo. El primero porque es un perdedor doble y debería haberse marchado a su casa como un señor, y el segundo porque no se representa más que a sí mismo y a su inmensa ambición, no recordaré que tampoco es liberal y/o conservador, sino centrista admirador de un gracioso con maldita la gracia (“muuuuy bueno” según él). Lo lamento por Mayor Oreja, pero simboliza una golosina engañosa que no me hará olvidar agravios y deserciones que me he tomado como algo personal, al igual que muchos de sus votantes.

Tampoco me abstendré, aunque es una decisión lícita y muy honesta. Coherente con una Europa fantasmal y en decadencia, que es lo que representa ese parlamento lejano y con ínfulas de superioridad que nos cuesta un dineral a todos los ciudadanos de la unión. Y no lo haré porque quiero tener derecho a quejarme. Si no se vota, parece que se otorga con el silencio, y ese no será mi caso. Más bien al contrario.

Hay seguidores de estos “Comentarios” que se lamentan de que no haya una fuerza aglutinante en las Derechas, de Derechas, y no de “centro”, como alguna ya citada. En este “Comentario” (http://aplicacionespanola.blogspot.com/2008/04/unin-de-derechas.html) ya reclamé esa unidad, para ser criticado con dureza por algún miembro de un partido cuya primera sigla es una “D”, y que obviamente no votaré. Hay quienes se conforman con su microscópica parcela de “gloria” y renunciar a ese protagonismo, por mínimo que sea, le cuesta un sarpullido. Es una equivocación, pero es “su” equivocación, inspirada sin duda por los servicios secretos, empeñados en fragmentar y laminar cualquier opción de Derechas, siguiendo órdenes de la superioridad. Sinceramente, me gustaría que la Derecha social se aglutinase en esa “unión” dejando de lado afanes egoístas de partido, pero después de lo que comprobé al publicar ese “Comentario”, no albergo la menor expectativa.

Al día de hoy. Quizás esta cita electoral sirva para alumbrar alguna fuerza política que pueda ejercer ese papel. La esperanza, como la vida, sólo desaparece sepultada.

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