sábado, 11 de julio de 2009

RINCÓN POÉTICO,

A LA REINA DE LOS MARES

DE: Celestino González Herreros

Campanas suenan afuera,
tras mi ventana tapiada
y de forma despiadada
golpean la débil madera.

Mi barca está varada
sobre el banco de arena,
viendo a la mar serena;
en la playa, abandonada.

Largas horas he vivido
las olas oyendo batir
y hasta la arena subir,
desde mi lecho tendido.

Y, en el silencio oyendo
a la mar embravecida
siento mi alma abatida
y que me estoy consumiendo.

Empero, sigo luchando,
cual junco contra el viento,
huyendo del sufrimiento
y a la parca desafiando.

El rumbo de mi destino
pienso estará señalado
y que lo habré encontrado
a lo largo del camino...

Acercándome a la arena
fui a obsequiarle mi llanto,
buscando su dulce canto
que la mar está serena.

Dejaré que la mar bravía
enloquezca cuanto quiera.
Buscaré en la escollera
la calma del alma mía.

Y se oían tras las maderas
las plegarias suplicantes
de sufridos navegantes,
venciendo otras tempestades...

Agradecían con devoción
a la Madre marinera,
lo que por ellos hiciera
en tan difícil ocasión.


Tras de la vieja ventana
aún susurraban las brisas,
entre cantos, voces y risas,
al despertar la mañana.

Entre el rumor de las olas
pude escuchar un lamento,
sólo duró un momento
ayes de caracolas.

Y cuando oigo las campanas
de la Iglesia del pueblo,
a la Virgen yo le hablo
con oraciones tempranas.

Se alegran mis mañanas
cuando presiento en la arena
a nuestra Virgen morena
con el eco de las campanas

y entre voces ranilleras,
cuando enmudecen las brisas
y el canto de nuestras isas,
se oyen Salves marineras...

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