viernes, 10 de julio de 2009

UN PORTUENSE MÁS,

EL PUERTO DE LA CRUZ EN SUS FIESTAS DE JULIO

ARTÍCULO DE: Agustín Armas Hernández

GIRANDO las estaciones y transcurriendo los días, de nuevo hemos llegado a las jubilosas fiestas de nuestra ciudad turística. El calor llega a su máxi­mo, y los corazones se expanden en paz y alegría.

Nuestros pueblos tinerfeños es­tán muy lejos de la antigüedad que arrastran los peninsulares, pero ya tienen algunos sus siglos de histo­ria. Recordemos brevemente algu­nos acontecimientos y fechas, que no todos retienen en su memoria.
El 3 de mayo de 1494 (dos des­pués del descubrimiento del Nue­vo Mundo) desembarcaba Fernández de Lugo con sus guerreros de Castilla, en la costa donde se asen­taría más tarde Santa Cruz de Te­nerife. La conquista no fue fácil y duró tres años con algunos meses. En el 1495, en el lugar de la actual «La Matanza», sufrieron una gran derrota las huestes castellanas a manos de los bravos guanches. Llegados nuevos refuerzos a los conquistadores, consiguieron éstos en 1496 la gran victoria, en el lu­gar que después sería un pueblo con ese mismo nombre.

Penetró Fernández de Lugo en el hermoso Valle de la Orotava y se rindieron los guanches en lo que ahora llamamos el Realejo alto, mientras el bravo Mencey Ventor, hijo de Bencomo, se desriscaba por el Tigaiga. Se nos ha transmitido que el conquistador bajó a la cos­ta, y plantó la Cruz en este lugar, que ya, de alguna manera, comen­zó a ser «El Puerto de la Cruz».

Mientras tanto, fundó en ese mismo año de 1496 la capital de la isla, o sea, «San Cristóbal de La Laguna», junto a la Laguna de Agüere, y al año siguiente se apa­ciguó totalmente la isla, rematán­dose la conquista de la más gran­de y más difícil de todas las siete.

En 1506, se fundó La Orotava, el segundo pueblo de Tenerife, y paulatinamente se fue formando un caceó en el solar del futuro Puer­to de la Cruz. Notemos que fun­: iaban las poblaciones lejos de la costa, por miedo a posibles incur­siones, que en adelante fueron cada vez más frecuentes y peligrosas. Tenía que pasar mucho tiempo para que nuestra ciudad turística tuviera su propia identidad.

En 1603, Antonio Franchi de Lu­zardo, regidor perpetuo de Tene­rife, fue comisionado por el Cabildo para señalar sitio, y construir plaza e iglesia parroquial, con el trazado de calles en esta localidad.

No habiendo por aquel tiempo los ayuntamientos, el pueblo de­pendió directamente de los regidores de La Laguna. Desde el 20 de noviembre de 1648 comenzó a de­pender de la Villa de la Orotava. Esto según entiendo, no quiere de­cir que el Puerto fuera de la Oro­tava sino que al fusionarse ambos, ya no eran dos sino uno. Téngase en cuenta siguieron regidos desde la ciudad de Agüere (cuna de la princesa Dácil). A partir del mo­mento de esa integración los habi­tantes del Puerto de la Cruz, que no estaban de acuerdo con dicha medida, hicieron todo lo posible para lograr obtener -de inme­diato- su: independencia. A par­tir de esta" situación, nacieron an­tagonismos entre los vecinos de ambos pueblos, hasta tal punto que, llegaron en varias ocasiones a enfrentarse dialéctica y corporal­mente en los linderos jurisdiccio­nales de sus respectivos territorios. Estas luchas reivindicativas por­tuenses duraron varios años. Los suficientes como para que no se sepa la fecha exacta en que el Puer­to se independizó de la Villa, que­dando por lo tanto el hecho algo confuso.

Más, ¿desde cuándo al Puerto de la Cruz se le conoce con el actual nombre? ¿Por qué se le llamó tam­bién Puerto de Orotava?

Aporto aquí mi granito de are­na, como conjetura, tratando de aclarar el porqué de los dos nom­bres.

El Puerto lleva el nombre de la Cruz desde el preciso momento en que el conquistador de la isla Fer­nández de Lugo clavó el Santo Ma­dero en los aledaños del actual muelle pesquero. Perpetuando para siempre dicho nombre.

Pasó a ser también conocido Puerto de Orotava a raíz de la in­tegración en 1648 a la Villa. Ratificándolo como Puerto de este va­lle de Orotava el galardón que en esta misma fecha se le concedió: Fue denominado «llave de la isla» por real cédula otorgada por S.M. el rey Felipe IV el 14 de noviem­bre de 1648.

La distinción tuvo positiva reper­cusión puesto que, desde lo acon­tecido, el Puerto de Orotava dio un salto cuantitativo y cualitativo. Se empezó a conocer no solamente el Puerto sino también el valle, y toda la isla, y se extendió por todo el mundo la fama de su belleza y la Benignidad de su clima.

El muelle comercial del valle de Taoro fue en auge sin parar, y llegó a ser en los siglos XVII y XVIII el más importante de la isla e in­cluso de todo el archipiélago. Sien­do el Puerto de Orotava punto obli­gado de actitudes portuarias y cen­tro de unión comercial entre Euro­pa y América, e incluso 'también con otros continentes. El 2 de mayo de 1651 fue nombrado alcal­de pedáneo del Puerto de la Cruz el maestre de campo D. Laureano...Xuárez de Aponte y Lugo». El Puerto, ya, con identidad propia. (Desde 1603 tenía plaza e iglesia); sus límites jurisdiccionales eran los siguientes: desde el barranco San Felipe al de Martiánez, y desde el mar hasta Malpaís del Taoro. Como se puede apreciar, era un pueblo pequeño pero con raíces muy profundas, que llegaría a dar mucho fruto.

El Puerto conoció su primera ca­lle pavimentada (concretamente la de las Cabezas) en 1713, siendo ya alcalde don Nicolás Blanco, de ori­gen irlandés, desde 1772 (primer alcalde efectivo). A partir del si­glo pretérito, Santa Cruz le fue arrebatando, paulatinamente, el li­derazgo comercial al pequeño muelle portuense, debido princi­palmente a la bonanza de su mar y a los medios modernos de trans­porte, que unidos a las mejoras en las carreteras asfaltadas, hacían que las mercancías pasaran directa­mente de los camiones al barco. Cosa que no se podía hacer en el reducido muelle portuense. Tenien­do que transportarse a través de grandes lanchones a los barcos en las afueras anclados.

El Puerto de la Cruz, cosmopo­lita y políglota, vio como dije, menguado su esplendor, mas no perdió a sus ciudadanos comer­ciantes, que ya estaban arraigados en sus entrañas. Me estoy refirien­do no solamente a los nativos, sino también a los de adopción, o aquellos irlandeses o ingleses de fami­lias nobles que por motivos varios, entre ellos los políticos, tuvieron que dejar su tierra y establecerse aquí.

Aunque algunas de estas presti­giosas firmas, con el declive co­mercial del Puerto de la Cruz tu­vieron que ubicarse en la capital (Santa Cruz).

Pero, el Puerto de Orotava que pausadamente fue perdiendo este nombre para quedarse con el «de la Cruz», no podía perecer.

Si no, véanlo ustedes, el escudo portuense lo componen los si­guientes signos: El dragón de las Hespérides, que defiende con sus garras la manzana de oro, produ­cida en este trozo de tierra. La lla­ve, divisa de entrada a la isla. La Cruz de la cual toma su nombre y protección. Todo ello enmarcado por dos grandes rocas que seme­jantes a columnas simula soste­ner la bóveda celeste; al fondo el mar Atlántico, que lo baña y bor­deando la divisa como aura divi­na que lo cubre todo, esta históri­ca frase: «con esta señal vencerás», aludiendo, naturalmente, a la Cruz. Es la frase que el año 312, junto a la Cruz, leyó en su «visión» el Emperador Constantino. Acep­temos la Cruz los portuenses; esto es: cumplamos nuestros deberes cívicos y religiosos, si queremos que Dios siga protegiendo a nues­tra próspera, aunque pequeña, ciu­dad.

Les deseo que este artículo, sea del gusto de todos, que sean Uds. muy felices, los veremos en una próxima cita aquí, en este PERIÓDIO DIGITA DEL VALLE "LA VERA PASO A PASO".

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