lunes, 12 de octubre de 2009

UN NORTEÑO,

SAN SEBASTIÁN, LA CIUDAD Y EL CINE

ARTÍCULO DE: Evaristo Fuentes


*San Sebastián de Guipúzcoa es una bella ciudad (184.000 habitantes), considerada por organismos internacionales entre las mejores de Europa en convivencia urbana. Los peatones donostiarras pasan cuidadosamente el semáforo en rojo si no viene ningún coche. Y punto. Otra cosa en lo que veo cada día en el Puerto de la Cruz y ahora en La Orotava con sus recién estrenados semáforos. No me extrañaría nada que algún conductor, solamente por dar a entender su derecho a pasar en verde, le echara el coche encima a algún despistado o apresurado peatón que pase cuando no debe. Aquí semos ansina...


En San Sebastián todo el mundo se vuelca en el Festival de Cine que este año celebró su LVII edición. Los llenazos –también en las sesiones matinales– son sorprendentes para un forastero. Es impresionante. Viejos y jóvenes de ambos sexos se aúnan en un extraordinario ambiente.

Volviendo a las comparaciones recuerdo que al Cine Club Orotava en sus mejores tiempos (final del franquismo) de personas mayores no iban sino dos: don Vicente Miranda (propietario de la librería más añeja de la Villa) y la esposa de origen gallego de un conocido farmacéutico, que hablaba muy ´a lo godo´ en los coloquios y debates. Peor lo tenemos los cinéfilos en el Puerto de la Cruz, donde la derechona no es que "pase" del Cine Ecológico, ¡es que quiere cargárselo a toda costa! "¡Cosas veredes, amigo Sancho!"...

Este año en San Sebastián dieron dos premios mal dados: uno, el de mejor director, a un tal Javier Rebollo, que presentó un bodrio como la copa de un pino, titulado La mujer sin piano. La otras veces genial Carmen Machi (recuérdese el reciente corto –7 minutos– de Almodóvar en el que Carmen actúa en solitario) es mal utilizada por el tal Rebollo, incluso en la supuesta escena erótica en que el personaje de Carmen intenta masturbarse con cierta desgana, con el secador eléctrico de su peluquería...

El otro premio mal adjudicado fue el de mejor actor, a un joven, Pablo Pineda, con el síndrome de Down, a quien cabría haberle dado, por su película con Lola Dueñas Yo, también, una especial mención, pero nada más. Allí había actores como Robert Duvall (con Get low, único filme "made in USA" presentado a concurso) y Ricardo Darín, con su papel en la impresionante película El secreto de sus ojos, que fue ninguneada olímpicamente. Su argumento tiene mucho de cautivador como, por ejemplo, la relación de la pareja protagonista, con su amor recíproco eternamente reprimido, no declarado, aplazado durante muchos años, por circunstancias prolongadas en las que a veces la vida está "llena de nada"…

Hubo también un ciclo dedicado a Richard Brooks, guionista en la película que visioné, titulada To the Víctor (1948), con Dennis Morgan y dos jóvenes bellísimas: Viveca Linfors y nada menos que Dorothy Malone, quien en su momento hizo las delicias de Santiago Lechado y otros amigos cinéfilos orotavenses durante aquellos inolvidables años.

Hasta que llegó la tele y lo fastidió todo.

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