lunes, 11 de enero de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

CUANDO LAS ESTRUCTURAS SOCIALES SE VAN RESQUEBRAJANDO...

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

No siempre, el hombre por sentirse alicaído, algo fatigado, sumiso y abandonado, responde al cuadro patológico de la depresión. Cuando no sabe qué hacer... A veces, su contrariedad obedece a razones diferentes, como puede ser rebeldía e impotencia, desilusión por cualquier rechazo, rabia contenida y pertinaz obsesión. Temor por exteriorizar algo muy personal, que, inevitablemente calla. Negación a sí mismo de sus propias decisiones... Simplificando: Imaginémonos a un narrador que en su trabajo literario fuera a decir todo cuanto realmente siente en determinados momentos, que a pesar de limar o pulir el amasijo de ideas que le asaltan, para que fueran lo más presentables, consigue engañarse a sí mismo. Moderando el tono de su dialéctica al máximo y tenga que ocultar parte de la verdad y sólo diga lo más convencional, aquello que iba a gustar a los que iban dirigidas sus palabras.

Los que escribimos de la mejor forma que podemos para estar cerca de nuestros respetables lectores, no siempre lo tenemos fácil. Hay quienes al escribir lo hacen por compromisos adquiridos y han de dar cada día un relato determinado, para cubrir el espacio asignado en determinadas revistas o periódicos, y muchos son admirables. Los que escribimos por necesidad natural, por vocación, salimos a la arena abatidos por nuestras propias convicciones, a veces anímicamente pobres, pero si, con el sano deseo de llegar a calar lo más hondo posible... Más, no somos comprendidos, porque somos ajenos, aunque no siempre, a sus respectivas filosofías. No siempre las palabras dicen todo lo que la mente encierra, no están cuando uno las necesita, más parece como si se escurrieran; y sin ellas es imposible poder expresar nuestros pensamientos y el relato queda huérfano de contenido y forma.

Cuando el hombre está harto de tantas ligerezas que abundan, por el brutal desfase de aquellas formas humanas, de aquellos esquemas cívicos y sociales, se siente al borde de la marginación. Uno ve como las estructuras familiares se van resquebrajando, perdiéndose aquel encanto del calor hogareño, del respeto hacia los demás y la sensibilidad que nos unía... Por suerte, aún quedan algunos resquicios de aquellos tiempos pasados y que, aunque parezca repetitivo, fueron tiempos distintos, con sus ventajas y privaciones, pero al final de cuentas, vale sobre todo, la forma de entender los modelos antes establecidos: respeto mutuo entre los hombres, solidaridad humana indiscutible... No se hablaba de terrorismo, de homosexualidad, de abortos, de secuestros, etc. Claro, ahora no me salgan con aquello de que todo eso se ocultaba... ¿Ahora es más grato vivir? ¡Ahora es deprimente y hasta cierto punto de vista, es incomprensible a donde hemos llegado!.. En consecuencia es menester reflexionar más interiormente, no dejarnos vencer por los nuevos códigos y mantener nuestra postura, que siga evolucionando la gente apartándose de sus principios, de sus morales costumbres, tal vez alguna vez las aguas vuelvan a su cauce natural, cuando la Humanidad haya recapacitado y se abstengan de tanta locura y dirijan acertadamente sus pasos otra vez al camino abandonado…

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