jueves, 14 de enero de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

MIENTRAS ESPERO AL ALBA VOY RECORDANDO...

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Cuando los ángeles me hablan suelo escucharles atentamente; la voz de un ángel es la voz de ella cuando me llama. Cuando despiertan todas las aflicciones y desnuda la verdad y la agita en sus aires de expansión emocional, a la vez que despierta el deseo de vivir sólo para amar. Cuando ella habla le escucho con reverente devoción, me acerco, le observo y me siento atraído con desmedido afecto...
Le busco en su presuroso andar, escucho sus cánticos y el eco estelar de sus agitados y delicados pasos; y nunca le alcanzo, porque yo no soy ángel...
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Plagada está la noche de soledades, de apartados lugares en la mente de los hombres, de profundas oquedades en el corazón que anida la pasión... Callados los caminos y las playas desiertas. Ya ni la brisa se mueve cuando llego a la rivera y nadie viene a mi encuentro, ya ni cuando estoy echado en la arena.

La noche no alimenta mi esperanza, la siento fría en su oscuridad y escucho sólo la queja de las rocas insistentemente acosadas por el mar, cuando se agita y retumba su bronca voz al llegar al sufrido acantilado que lo soporta con indescriptible amor... ¡Golpes de mar!..

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Mi mente es una barca de fragilidad extrema que naufraga en un mar inmenso. Las ideas lo llenan todo y se desbordan en una explosión de incontinencias y ambiciones desmesuradas de gratos atractivos buscando siempre los caminos dejados en mi afán de libertad, en la huida insistente por la corriente sentimental de la vida, con necesidad y deseos...

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Oyendo caer la lluvia tras los opacos cristales de mi reducida ventana, allá fuera el infierno se debate entre la lluvia y el viento y el trepidar de los truenos.

En mi cabaña a solas, temblando, con más miedo que frío, escucho el céfiro tumulto de los elementos del tiempo que no cesan de importunar la paz de nuestro silencio, que es la soledad...
Hasta que la tormenta amaine no puedo pensar, me aturden sus inclemencias, me hieren y si tiemblo, aunque sienta miedo, también es de rabia por no poder dominar la crudeza de ese desafío

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Cómo acuden a mi mente los recuerdos de aquellos días felices, cuando éramos adolescentes e ignorábamos la complicada realidad de la vida, cuando en el fulgor de una mirada descubríamos la ansiedad y la compartíamos solidariamente con la ternura de la amistad. Cuando una amiga era algo más que una palabra escogida sin calor...

Recuerdo ir contigo por los campos en busca del aislamiento, buscando el silencio bucólico de los prados y camuflados en la espesura de los cultivos, oír de lejos las voces de los campesinos entregados a sus tareas labriegas y no ser vistos por ellos.

Un día bajamos al profundo barranco por los difíciles atajos, hasta llegar al pie del abismo no nos detuvimos, allí estuvimos mirándonos apasionadamente y luego corrimos largo rato hasta llegar a la barranquera que desemboca en la playa. Fue un día feliz, en el que participamos de las diversas atracciones que el lugar nos mostraba: cuevas, platas exóticas, enormes peñascos y alargados árboles. Piteras, tabaibas, pencones y multiplicidad de cabras trepadas por entre las salientes crestas de las rocas y lomadas... De cuando en cuando gritábamos para oír el eco de nuestras voces. No olvido que decías: -¡Te quiero!.. Y antes que se acabara el eco yo repetía lo mismo, y duró largo rato la repetición... Tu dulce mirada seguía la sintonía de las voces, como si también volara y hubo momentos que temí te fueras lejos como los ecos y no pudiera alcanzarte....

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Cuando oigo vibrar las cuerdas del arpa, al escuchar sus lamentos quedan huérfanos mis sentimientos, me siento apresado en la dimensión del abandono obligado de todos los incentivos de mis sueños. Parece, cuando escucho el arpa, que algo está resquebrajándose y que llora, por eso digo que gimen sus cuerdas cuando le oigo. Quisiera poder detener su llanto por qué me entristece y a la vez me transmite ternura que me hiere... Es como sentir que nos moja la lluvia y al final terminamos jugando bajo de ella y el placer que nos produce hace que nos olvidemos del frío y todo lo demás... La sinfonía de sus notas me recuerdan también, cuando cae el agua de la cascada, de la fuente y nos salpica la piel al pie del arroyo y luego verla correr con el manto espumoso y el encanto sinuoso de su paso bajando la vertiente hasta abrirse amorosa sobre la fértil tierra que la abraza y la consume necesariamente. Cuando oigo vibrar las cuerdas del arpa me detengo, rindo un culto emocional que yo mismo, a veces, no comprendo. Me subyuga, parece que mi alma también vibrara y algo dentro de mí se lamenta; y en ese sensible estado me siento feliz destruyendo a mis fuerzas, sintiéndome débil, anulando mis vulgares instintos, sintiéndome tierno, arrancándome la piel de hombre para sentirme ángel y mirándome las manos deseo verlas convertidas en alas para volar lejos como las notas del arpa...

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La amistad es algo tan importante y delicado, que exige tanto respeto, algo que muy pocas personas comprenden, que me atrevo a decir que si existe, pero limitadamente en los tiempos que vivimos. La amistad es lo más bello y agradable, quién pueda jactarse de decir que tiene amigos (como los tengo yo) sé cómo se siente. La amistad es como un templo donde vamos sin darnos cuenta a buscar el calor que necesitamos en determinados momentos de la vida... La amistad es un consuelo que Dios bendice con su más amplia sonrisa por lo bonita que es, por que lo alumbra todo y despierta ese sentimiento universal que abarca las más puras conductas del hombre ante su propia soledad. Es la respuesta de nuestra llamada que nadie quiere oír y a la que alguien responde con ternura y calor... Es amor que se entrega hacia los demás sin pedir nada a cambio... La amistad es divinidad que pocos hombres y mujeres saben transmitir a través de sus conductas, pero quién lo logre está salvado...

Yo creo en la amistad, seré, quizás un sentimental aburrido... Mas, creo en mis amigos y aunque sea huérfano no me siento tan solo en esta vida, veo correr el tiempo, veo como se convulsiona la sociedad y se enfrenta la gente, veo como luchan los hombres sin saber por qué, veo morir los valores de nuestros antepasados y sin embargo sigo creyendo en la amistad, porque creo que en ese entendimiento se halla la paz... El hombre lucha buscando esa paz y no advierte que ese bien está en la comprensión y muchas veces en el sacrificio... Qué es amor sino eso... Abnegación.

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Dicen que las distancias ahogan a los sentimientos, dicen más, que pasado el tiempo el amor se olvida... Nada más falso, nada más cruel. El amor nunca muere, llora sí, a veces se desgarra, desfallece y crece, se lamenta y siempre espera, hasta la muerte. El amor tiene su divinidad, tiene sus encantos espirituales que muy pocos entienden. Dios es amor y quién haya amado conoce a Dios. La Humanidad se olvida con frecuencia que el destino lo señala El Creador y que los hombres estamos obligados "incondicionalmente" a seguirle sin excusa alguna, como una realidad sobrenatural, como una trayectoria indiscutible...

Cuando has amado y no sientes remordimientos debes sentirte feliz, pobre de aquél que fingió ese sentimiento tan sublime para aprovechar la debilidad, la confianza, la inocencia de los demás, qué mal se va a sentir... Cada cual debe prevenirse de sufrir desencantos que no los van arreglar filosofías progresistas o como quieran llamarlas. Siempre habrá un lugar desierto para la meditación, un templo sin paredes, sin límites ni fronteras por donde andar y en ese abandono meditar sobre la única verdad que está grabada en la conciencia de cada uno de nosotros. Arrepentidos venid hacia mí, toma mi mano...
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