¡TAMBORES DE GUERRA!
ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros
El año que pasó terminó mal y el comienzo del presente, que ha sido increíblemente nefasto por los hechos acaecidos y la zozobra consiguiente, acerca del sí y del no, de una posible confrontación bélica. Si analizamos las causas y los evidentes temores que sufrimos, así no se puede seguir viviendo, es muy molesto no saber qué va a suceder en definitiva. Pese haber estado agotándose toda clase de recursos; y no hay entendimiento posible. Por la tozudez de unos y otros, de aquellos directores de esta singular orquesta política, sin que se haya logrado el cese de las hostilidades. Y lo triste es que, la mayoría no queriendo más guerras, no se les escucha. Por más que quieran justificar sus conductas bélicas, otra cosa sería razonar y pensar en las verdaderas consecuencias que íbamos a sufrir. No se trata del juego aquel con los soldaditos de plomo, volvamos a la realidad. Desde luego, los más pobres, pese a vivir en piases tan ricos, serán las primeras víctimas y nunca dejarán de ser pobres de solemnidad, caso de sobrevivir... Funesto, visto desde cualquier punto de vista y ángulo de nuestro planeta.
Desde la desgraciada circunstancia de las Torres Gemelas, son influyentes, por el natural odio generado en los norteamericanos hacia el otro mundo y sus representantes políticos, el poderoso sentimiento vengativo existente y cada día avanzamos más hacia el desastre colectivo, al menos eso es lo que tratan de hacernos creer. Pienso que no habrá guerra, a pesar de la testarudez y las provocaciones compartidas. Hay un mutuo respeto que les inhibe a la hora de declararse en guerra. Se agotarán todas las posibilidades, porque las hay. Dentro de ese respeto, en conciencia, aunque esté interferida por el egoísmo y el alevoso interés por la dominación exclusiva de sus respectivas fortunas, les domina también el temor consiguiente. A pesar de ello, repito, no habrá guerra, aunque suenen los tambores. Más parecen tanteos...
Sólo imaginarlo aterroriza. Las necesidades y carencias actuales que sufren esos pueblos... Las apetencias de sectores ambiciosos de algunos piases... Todos caerían en la misma tentación; y el afán colectivo va a despertar más furia, anulando toda razón y a la conciencia misma...
Así acabó el que se fue y sigue el que comenzó. Amargos calendarios, si miramos hacia atrás y vemos el tétrico cortejo de los enlutados acontecimientos universales, todo el mundo enfrentado por el absoluto dominio, sin reparar en el daño que se hacen así mismo con sus intransigentes posturas y apetencias egoístas. Despreciando vidas ajenas y arruinando todo principio ético, la cultura universal, despreciando la propia condición humana.
ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros
El año que pasó terminó mal y el comienzo del presente, que ha sido increíblemente nefasto por los hechos acaecidos y la zozobra consiguiente, acerca del sí y del no, de una posible confrontación bélica. Si analizamos las causas y los evidentes temores que sufrimos, así no se puede seguir viviendo, es muy molesto no saber qué va a suceder en definitiva. Pese haber estado agotándose toda clase de recursos; y no hay entendimiento posible. Por la tozudez de unos y otros, de aquellos directores de esta singular orquesta política, sin que se haya logrado el cese de las hostilidades. Y lo triste es que, la mayoría no queriendo más guerras, no se les escucha. Por más que quieran justificar sus conductas bélicas, otra cosa sería razonar y pensar en las verdaderas consecuencias que íbamos a sufrir. No se trata del juego aquel con los soldaditos de plomo, volvamos a la realidad. Desde luego, los más pobres, pese a vivir en piases tan ricos, serán las primeras víctimas y nunca dejarán de ser pobres de solemnidad, caso de sobrevivir... Funesto, visto desde cualquier punto de vista y ángulo de nuestro planeta.
Desde la desgraciada circunstancia de las Torres Gemelas, son influyentes, por el natural odio generado en los norteamericanos hacia el otro mundo y sus representantes políticos, el poderoso sentimiento vengativo existente y cada día avanzamos más hacia el desastre colectivo, al menos eso es lo que tratan de hacernos creer. Pienso que no habrá guerra, a pesar de la testarudez y las provocaciones compartidas. Hay un mutuo respeto que les inhibe a la hora de declararse en guerra. Se agotarán todas las posibilidades, porque las hay. Dentro de ese respeto, en conciencia, aunque esté interferida por el egoísmo y el alevoso interés por la dominación exclusiva de sus respectivas fortunas, les domina también el temor consiguiente. A pesar de ello, repito, no habrá guerra, aunque suenen los tambores. Más parecen tanteos...
Sólo imaginarlo aterroriza. Las necesidades y carencias actuales que sufren esos pueblos... Las apetencias de sectores ambiciosos de algunos piases... Todos caerían en la misma tentación; y el afán colectivo va a despertar más furia, anulando toda razón y a la conciencia misma...
Así acabó el que se fue y sigue el que comenzó. Amargos calendarios, si miramos hacia atrás y vemos el tétrico cortejo de los enlutados acontecimientos universales, todo el mundo enfrentado por el absoluto dominio, sin reparar en el daño que se hacen así mismo con sus intransigentes posturas y apetencias egoístas. Despreciando vidas ajenas y arruinando todo principio ético, la cultura universal, despreciando la propia condición humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario