CARNAVAL DE LOS AÑOS VEINTE
ARTÍCULO DE: Bruno Juan Álvarez Abréu
Visto en el pasado año los famosos Carnavales de La Orotava de la década de los años diez, concretamente los acaecidos en el año 1914, y proseguir con el estudio de archivos periodísticos de posteriores décadas, para exhibirle a los villeros el esplendor de aquellos carnavales tan categórico que los fueron en los prolegómenos del siglo XX. Unos legajos venerados en las páginas del “El Heraldo de Orotava”, periódicos ilustrativos independientes, de la grandiosa péndola del ensayista portuense Sebastián Padrón Acosta, en el que escribía en prosa y en poema nociones del razonamiento literario-filosófico. Un desaparecido rotativo de difusión comarcal, que nos ha servido, para curiosear los programas del carnaval de una etapa norteña, en la que sobresalía la música del romanticismo, coincidentemente con las prendas confeccionada a través del talento renacentista, formando una miscelánea tan apasionada en el mundo de lo clásico, avistándose unos síntomas, de los que pareció un retorno de los clásicos. Unos clásicos que contenían una vulgarización, que no había que imaginarse, sino redescubrirse. Lo cual quiere decir indudablemente, que los clásicos están siempre vivos y son actuales, no porque sean iguales a nosotros sino porque son distintos. Ahora que se habla tanto del otro, de la heterogeneidad, los clásicos, a la vez que mantienen ese elemento de continuidad, nos ofrecen, en esta vida moderna, - que es demasiado monocorde -, las mejores versiones de ese extremo. Por eso fueron tan interesantes aquellos esplendorosos carnavales villeros, inspirados en varios proyectos de los clásicos, proyectos tan antecedentes y críticos, que siempre sirvieron como bártulos bien conocido e imprescindible para la prosperidad de la humanidad bajo su talante de alto nivel sociológico y científico. Hay situaciones que es preciso observar desde antaño, sin implicarse directamente, aunque formemos parte descendente de los protagonistas, que intervinieron en aquellos carnavales. Algo así como sucede en los sueños; parece que a través de informaciones escritas, fotográficas y testimoniales, estamos allí, participando de su alegría y de su decepción, y a la vez somos los espectadores de excepción, los únicos. A veces hay que escribir también de esa manera, poniendo tierra por medio, desentendiéndonos nosotros mismos para contemplar con mayor claridad el desaparecido escenario. En esto aún no se cuanto hay de impresionismo y cuanto de maestría, pero es curioso, incluso necesario para el análisis artístico de los carnavales del comienzo del siglo XX en La Villa de La Orotava. El Heraldo de Orotava, publicaba en Febrero del año 1921, que pocos domingos de Carnaval se habían visto en esta Villa tan concurridos y animados como el de ese año. Y, en verdad que la clase de festival que se celebraba, no era para menos, aun teniendo muy en cuenta, que fue improvisado, casi con una semana de anticipación. Pero el resultado que fue un éxito resonante, altamente satisfecho estuvieron sus organizadores, los entonces jóvenes que integraban la Comisión Gestora de la desertora Sociedad Cultural “Circulo Amistad 1º de Mayo”, y en particular al apreciable paisano villero Don Antonio Herreros, su iniciador. Desde el mediodía del domingo de Carnaval del año 1921, empezaba a reunirse numerosos grupos, que de los campos y de otros pueblos, acudían a presenciar la fiesta y a tomar parte de ella. La numerosa colonia extranjera que se hospedaba en los hoteles del Valle, prestó asimismo su cooperación haciendo acto de presencia, y añadiendo con ello una nota de mayor lucimiento. A las cuatro y media, partió la comitiva de la Plaza de la Paz(El Calvario), formada por numerosos automóviles, llegados expresamente a tal fin desde La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, Tacoronte, La Victoria, Puerto de la Cruz, San Juan de la Rambla, Los Realejos y esta Villa, acompañado de la Banda Municipal de Música del maestro Calamita, y de un gentío inmenso, recorriendo las calles del Calvario, Constitución, Tomás Zerolo y Carrera hasta llegar a la plaza de Alfonso XIII(Ayuntamiento), en donde tuvo efecto una muy lucida batalla de serpentinas y confeti, que duró largo tiempo, y el anunciado concierto dado por el Orfeón “La Paz” de la Laguna. La nota culminante la dio la mencionada Agrupación Coral cantando con gusto y afinación los números del programa, entre los cuales sobresalía el coro de Repatriados, y el magnifico coro de Bohemios. El público premió con insistentes y nutridos aplausos la labor de esta notable Agrupación, que tan acertadamente dirigía el maestro Don Francisco Rodríguez. Por la noche y como digno remate del día, se celebró en el Teatro Municipal el anunciado baile de disfraz. La infinidad de alegres y bulliciosas mascaritas, que pasaban de ciento, invadieron el salón, que ofrecía un golpe de vista sorprendente por su artístico y original adorno. En medio de la mayor animación se bailó hasta las primeras horas de la madrugada del lunes. Contribuyendo a dar más realce y brillantez a este acto, la Agrupación Lagunera del “Orfeón La Paz”, interpretando magnificas obras musicales de su excelente repertorio. El Heraldo de Orotava, se pronunciaba sobre este festival: que tomaba como reseña, la repetición de enhorabuena, y que era una lastima que con mayor frecuencia no se verificaran actos análogos a los celebrados el domingo de Carnaval en La Orotava en ese año, actos de manifiesta cultura, ya que sobraban elementos y faltaba voluntad estimulando un poco. En los siguientes días carnavaleros, hubo una gran desanimación debida, principalmente, a la prohibición “rigurosa” del antifaz, cuando en otros pueblos y en la misma capital, residencia de la primera autoridad de la provincia, se toleró el uso del famoso antifaz. Sin embargo, en los expresados días se improvisaron dos asaltos en las sociedades “Casino de Orotava” y “Liceo de Taoro” que resultaron bastante concurridos y animados. En el Puerto de la Cruz, también sus sociedades celebraron bailes magníficos, sobresaliendo el del lunes en el Gran Hotel Taoro, en donde se hizo derroche de buen humor y sana alegría: un éxito para el incansable Sr. Wildpret. En el año 1925, los salones del mencionado hotel presentaban el lunes de carnaval por la noche, el aspecto de la solemnidades artísticas, que en él se celebraban antes de la guerra del catorce, y que tanta y tan merecida fama le dieron. El baile de disfraces, organizado por la gerencia del establecimiento, atrajo a los salones del Hotel a lo más distinguido de la sociedad de Santa Cruz, La Laguna, la Orotava y el Puerto de la Cruz, y a la colonia extranjera residente en el Puerto de la Cruz. La fiesta resultó en extremo brillante y animada, figurando entre las concurrentes numerosas personas que lucían vistosos disfraces. A la una de la mañana se sirvió una cena prologándose después el baile una hora más, y saliendo los concurrentes sumamente complacidos de las atenciones recibidas en el Gran Hotel Taoro. En el recordado Teatro Municipal “Pówer” de La Orotava, que ocupaba la gloriosa capilla del desaparecido convento de las monjas catalinas, en cuya pila bautismal recibió el sacramento del Bautismo el gran escultor orotavense Fernando Estévez del Sacramento. Se desarrolló con verdadero abarrotado, la representaciones de las obras “Malvaloca”, “Rosas de Otoño”, “Sacramento”, “La Pasionera” y “El Corazón en la mano” de los ilustres comediantes Benavente y Álvarez Quintero, por la compañía que dirigía la eminente actriz Rosario Pino, todas constituyeron para esta actriz y demás intérpretes unos impresionantes éxitos, pues el publico satisfechísimo del arte derramado a manos llenas en las cuatros funciones que se dieron, no cesaba en aplaudirles. El Heraldo de Orotava, expresaba a la citada compañía, que llevase de nuestro pueblo villero la más grata evocación, dándole a la empresa la enhorabuena más entusiasta por haber conseguido que en el calendario del teatro orotavense figure el nombre de la artista tan eminente Rosario Pino. En el “Heraldo de Orotava”, del mes de Febrero del año 1923, escribía el dramaturgo Sebastián Padrón Acota, una estrofa que decía; La Sonrisa viene a ser una revelación. Es tan expresiva, como la mirada y como el gesto. Cada edad tiene su peculiar sonrisa. La infancia, desflora una sonrisa, en la que hay promesas de primavera. La Sonrisa de la niñez es la sonrisa de la inocencia, que se entrega en un homenaje de sinceridad. La juventud tiene, casi siempre en sus labios una sonrisa de optimismo. La juventud es la ilusión, aromando la existencia..... Y hablando del Carnaval orotavense de ese año, el “Heraldo de Orotava”, publicaba, que el Liceo de Taoro, había organizado la fiesta de Piñata, con un gran baile en sus salones. Por la tarde del domingo de Piñata, salía de dicho centro cultural una cabalgata anunciadora del mismo, en la que figuraba una carroza alegórica seguida de automóviles engalanados ocupados por bellas y simpáticas señoritas que recorrían las principales calles de la Villa, sosteniendo reñidas batallas de confetis y serpentinas. A este acto concurrió la laureada Banda Municipal de Música, que dirigía el vallisoletano Don Tomás Calamita y Manteca. En el pueblo de San Juan de la Rambla se verificaron lucidos festejos con motivo de los Carnavales. El domingo de piñata por la tarde, la Banda de Música de dicha localidad ejecutó varias obras entre las que se encontraron los Cantos Canarios de Pówer, en la plaza principal, en cuyo acto se desarrolló espontáneamente una batalla de serpentinas y confeti. Posteriormente se desarrolló en los salones del Centro una gran fiesta. Y por la noche en el mismo centro se desarrolló un baile de Piñata, en el que se hicieron unos preparativos en todas las familias que a él asistieron, lo que supuso un imborrable recuerdo para todos los danzarines que hicieron su participación. Y de vuelta a las fiestas de Piñata de La Orotava, El Heraldo de Orotava informaba, que el maestro Don Tomás Calamita y Manteca, había formado un sexteto para amenizar el baile en el Liceo de Taoro, un baile que contó con una gran animación y entusiasmo, constituyendo un verdadero éxito para el gran Liceo orotavense, a cuya directiva y organizadores del simpático festival se le anticipó la enhorabuena del diario anunciador. El Heraldo de Orotava, del año 1922, informaba, que la notable pianista Luisa Stauffer realizaba una torneé artística por la isla de Tenerife. La Señorita Stauffer había convivido largo tiempo en la Orotava, donde empezó a formar su alma de artista. El concierto que se celebró en el teatro municipal, le acompañó el joven y afamado violinista Sr. Soler. Así mismo en el mismo teatro se celebró otro concierto a cargo de los notables artistas tinerfeños Matilde Martín, Victoria L. Carvajal u Jorge Sansón. Y por ultimo la Banda Municipal de Música, ejecutaba en un concierto en la Plaza de Constitución, por primera vez una selección de la revista “Arco Iris”, instrumentada para dicha banda por su director Sr. Calamita.
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